En el momento de escribir este artículo, 'Assassin’s creed' tan solo acredita una puntuación de 20% en Rotten Tomatoes, el conocido sitio web que recopila las opiniones de la crítica internacional. En otras palabras, no ha gustado. Como no le ha gustado a Quim Casas, como lo demuestra en su crítica para este diario. Y no sorprende. De la treintena de adaptaciones de videojuegos que han llegado a los cines desde el estreno de 'Super Mario Bros' en 1993 ninguna, jamás, ha alcanzado el aprobado de la crítica.

Quizá la relación entre cine y videojuegos esté condenada a ser problemática. Por naturaleza los videojuegos son interactivos. El jugador tiene el control de las acciones del personaje. El cine, por el contrario, se sustenta sobre nuestra observación mayormente pasiva. Una partida de videojuegos se juega, no se contempla, y eso significa que los problemas de lógica narrativa, los terribles diálogos y los personajes de cartón piedra que las pueblan son defectos fácilmente pasables por alto: resulta difícil percatarse de ellos cuando estamos centrados en apretar el botón de disparo o esquivar las balas.

Cualquier película que trate de adaptar con fidelidad ese tipo de material está condenada a ser un sopor, porque no hay interactividad que nos distraiga. Los personajes de los videojuegos carecen deliberadamente de rasgos, lo que permite al jugador meterse en su piel más fácilmente. Una vez trasladado a la pantalla grande, sin embargo, ese tipo de personaje resulta extremadamente tedioso.

EL AMOR ES CIEGO

Hablamos de un amor imposible. En cuanto el progreso tecnológico se lo permitió, los creadores de videojuegos empezaron a perseguir el prestigio y aceptación culturales tradicionalmente atribuidos al cine, y lo hicieron emulando las técnicas y la gramática visual propias de las películas. La ambición de contar historias más grandes y penetrantes en muchos casos los ha llevado a olvidar la naturaleza interactiva del medio y reducir al jugador a la condición de observador pasivo. Y, del mismo modo, cuando las películas han tomado préstamos de la consola, ya sean estéticos o temáticos o estructurales, el resultado han sido engendros como la reciente 'Hardcore Henry', lo más parecido que un producto audiovisual puede ser a contemplar a otra persona jugar a un videojuego.

Sea como sea, y haciendo gala de una perseverancia insólita considerando su celeridad olvidando ideas que no les resulten rentables, en Hollywood han seguido inspirándose en videojuegos a pesar de que, salvo honrosas excepciones como 'Lara Croft: Tomb Raider' (2001) o la reciente 'Warcraft: El origen' (2016), hacerlo ni siquiera les ha dado dinero. Y, nos guste o no, seguirán haciéndolo.

Pronto veremos a Tom Hardy protagonizando la adaptación de 'Splinter Cell', otro título emblemático del mundo de las consolas, y posteriormente Alicia Vikander recogerá el testigo de Angelina Jolie en la piel de Lara Croft. Y tomando ejemplo de la editorial Marvel, que abrió su propia división cinematográfica para asegurarse el control de las adaptaciones al cine que se hicieran de sus cómics, empresas de videojuegos como Activision Brizzard o Ubisoft se están lanzando a producir sus propias películas. El matrimonio sigue vivo, diga lo que diga Rotten Tomatoes.