Gregorio Cano, el ‘violador de la Verneda’, sonríe en la fotografía de su perfil de Facebook, en una mueca que pretende transmitir bondad y que parece completamente ajena al revuelo que ha montado. Cano es un agresor sexual en serie que este jueves 3 de marzo, de madrugada, recuperó su condición de hombre libre tras cumplir íntegramente una reclusión carcelaria de 20 años por atacar en 16 meses --entre febrero de 1997 y mayo de 1998-- a 17 mujeres. Según los psicólogos que lo han tratado en la cárcel de Brians (Barcelona), Cano «no está rehabilitado». Su regreso a la calle, que entraña el riesgo de que reincida, se ha producido bajo la tormenta social que ha desatado la sentencia de la Manada. Una coincidencia que ha enardecido todavía más a las voces que detectan en la ley una despreocupación hacia las mujeres que sufren la violencia sexual machista.

INDIGNACIÓN // El fallo contra los cinco agresores que acorralaron a una joven en los San Fermines del 2016 ha indignado por su levedad con los procesados --los ha condenado a 11 años de prisión por abusos sexuales pero no por violación--. La libertad de Cano también ha indignado porque a pesar de que él sí fue condenado a la pena máxima y la ha cumplido íntegramente, recupera su libertad sin haber dejado de ser una amenaza para las mujeres.

El propio Cano, al salir de Brians con el rostro semioculto bajo una capucha, no ha ayudado a frenar el debate. Todo lo contrario. Tras declarar, a los medios de comunicación que se sentía «rehabilitado», añadió, sobre la utilidad de los programas que ha seguido en la cárcel, que «ahora hay que ver con el tiempo si han sido efectivos o no».

Cano es ya un hombre libre a todos los efectos porque ha saldado su deuda con la sociedad. El revuelo se ha montado porque la junta de tratamiento de la cárcel de Brians, un equipo de psicólogos y educadores, considera que existe un riesgo «alto» de que reincida. Por eso la Fiscalía ha ordenado a los Mossos d’Esquadra que lo vigilen. Fuentes policiales aclaran que este control será «no invasivo». Esto significa que los agentes que le observen irán de paisano y, discretamente, tratando de que él no perciba que está bajo la lupa policial.

El comisionado de Seguridad de Barcelona, Amadeu Recasens, ha puesto el foco en un elemento clave del debate recordando que «la cárcel tiene una función teórica de rehabilitación». Medidas como la prisión permanente revisable o las que se aplican en Inglaterra o Francia pueden entrar en colisión con esa función.