Henderson, una isla deshabitada y remota en el sur del océano Pacífico, es el lugar más contaminado por plásticos del planeta. A sus costas han llegado cerca de 17 toneladas de este material arrastradas por la corriente. Pero no hace falta irse tan lejos: el Mediterráneo, que solo contiene el 1% de las aguas del mundo, concentra el 7% de los microplásticos del planeta. Los expertos calculan que en todo el océano flotan alrededor de 268.000 toneladas de plástico.

Son datos extraídos del libro Vivir sin plástico, escrito por Patricia Reina Toresano y Fernando Gómez Soria, una pareja residente en Madrid que en el 2015 decidió dar un cambio drástico a su vida al optar por el «minimalismo residual» dejando de consumir plástico. Esto les ha hecho ahorrar dinero. Hace cuatro años, el mismo día en que tomaron la decisión, abrieron el blog vivirsinplastico.com, que es el origen del libro.

Para comprar

Los autores recomiendan evitar los supermercados, donde la mayoría de los productos vienen en bolsa. Las tiendas de barrio, mercados y mercados de agricultores ponen menos trabas. Lo ideal es que el cliente lleve su carro de compra, bolsas de tela o recipientes (táperes, tarros y botellas) para poder comprar, preferiblemente, a granel. También cada día es más habitual la venta de cajas de fruta y verdura a través de internet.

Reina y Gómez recomiendan «comprar menos y más a menudo», así como «mirar bien» lo que uno tiene en casa antes de ir a comprar. «Tras unos meses comprando a granel, verás cómo se transforma tu cocina. Los envases a medio terminar y la comida procesada empezarán a desaparecer y dejarán espacio a lo importante: la comida real», recoge el libro. Sin plástico, aseguran, se come más sano.

Para conservar los alimentos lo ideal son los recipientes de vidrio. Trapos de tela en vez de papel de cocina y servilletas (que vienen envueltos en plástico) y, en lugar de agua embotellada, usar botellas de vidrio, filtros de jarra o binchotán (un carbón tradicional de Japón que no transmite sabor).

Para el aseo personal

Pastillas de jabón en vez de gel; champú a granel, pastillas sólidas o bicarbonato en detrimento de botes de champú; vinagre de manzana o limón en vez de suavizante; cuchillas reutilizables metálicas; piedras de alumbre en lugar de desodorantes... Y para la limpieza de dientes, los autores recomiendan cepillos de bambú.