A principios de este mes de abril la desaparición de una joven en Vinaròs, Nelea S., dio inicio a una investigación de la Guardia Civil que acabó con la detención de su novio --en prisión provisional-- por asesinato. Como avanzó este diario, también la madre y el padrastro del presunto autor fueron arrestados por presunto encubrimiento y puestos en libertad con cargos. Trágicamente, el cuerpo de la víctima fue encontrado, descuartizado, en una finca de Ulldecona (Tarragona) tras la confesión de su pareja, que indicó dónde estaba el cadáver.

Un total de 77 denuncias por desaparición continúan abiertas en la provincia, según los últimos datos del Ministerio del Interior. De ellas, 49 pertenecen a casos de menores de edad, tal y como muestra el último informe de personas desaparecidas.

La ausencia de niños y adolescentes en el hogar ha experimentado un importante repunte en el último año, al registrarse 33 nuevos casos en Castellón --en el 2017 solo había 16 menores en la lista--. Muchos de ellos responden a fugas voluntarias como actos de rebeldía. La huida con una pareja que la familia no acepta o con amigos suele ser habitual.

Algunas de las desapariciones tienen consecuencias trágicas, como, por ejemplo, el hallazgo en el 2018 del cuerpo sin vida en Els Estanys de una vecina de Almenara que faltaba en su casa desde hacía 48 horas. Es uno de los casos más recientes, pero en la hemeroteca provincial figuran también el asesinato de Miguel Fernández --Maikel--, quien estuvo desaparecido 12 días; o el de Sonia Rubio, en paradero desconocido durante cuatro meses en 1995 y víctima del asesino en serie Joaquín Ferrándiz Ventura.

CASO DE RUBÉN BARBERÁ / Otros casos acaban por resolverse con mejor suerte. Es lo que sucedió con Rubén Barberá, un joven de Torreblanca cuyo rostro copó carteles y noticias en el 2013. Con una discapacidad psíquica, desapareció durante varias semanas sin dejar rastro. «Estuve días sin dormir. Mi hijo estaba enfermo, necesitaba medicación y no sabíamos qué le había pasado», explica su madre. «Tras semanas de mucha angustia, Rubén se acordó del teléfono de un familiar y llamó. Una persona había intentado aprovecharse de él, lo había convencido para irse a otra provincia y le había robado. Cuando le sacó todo lo que quiso, lo abandonó», cuenta la mujer. Su hijo, finalmente, ingresó en un centro y fue incapacitado.