Tenía 28 años y estaba destinada a ser una de las mujeres más ricas de Turquía. Mina Basaran iba a casarse y, para celebrarlo, se fue a Dubái con siete amigas, dos de ellas con doble nacionalidad española y turca. El domingo, su avión, que las traía de vuelta a Estambul, se estrelló en Irán: todos los ocupantes murieron.

«La aeronave sigue ardiendo, y se puede ver a simple vista», dijo ayer el responsable de emergencias iraní, Mojtaba Jalidi, que explicó que, el aparato, una hora después de despegar, ganó altitud de forma repentina para, después, caer en picado mientras ardía. Irán está trabajando para recuperar la caja negra del aparato, que cayó en una zona montañosa a unos 370 kilómetros al sur de la capita, Teherán.

Mina Basaran era hija de Hüseyin Basaran. Mina estaba destinada a ser la próxima presidenta de Basaran Holding, un macrogrupo que tiene negocios en todos los sectores imaginables: turismo, finanzas, construcción, aviación y energía, además de poseer varios resortes. El avión privado estrellado, de hecho, era propiedad de la empresa.

Junto con ella murieron siete jóvenes más: dos de ellas eran sefardís turcas, que habían obtenido la nacionalidad española hacía unos meses, y dos pilotos y una azafata.