El vecino de Nules, de 53 años y de origen andaluz, acusado de provocar una explosión mientras fabricaba el explosivo TATP (usado por los terroristas) en su casa de la playa en el 2016 -perdió un dedo y la visión de un ojo- justificó ayer en el juicio su conducta como una consecuencia de ser «hiperactivo» y tener «mucha curiosidad por las cosas desde pequeño». M.G.D., que se enfrenta a una pena de seis años de prisión, dijo ayer al tribunal de la Audiencia que «no lo hizo con mala fe».

La Guardia Civil halló en su casa diversos productos químicos para hacer bombas caseras, aunque el acusado alegó que esos compuestos --entre ellos acetona y agua oxigenada-- «pueden comprarse en cualquier bazar y sin dar ninguna documentación».

INTERNET

M.G.D. se presentó ante el fiscal y los magistrados como «una víctima de internet» y dijo que en la red «no tendría que poner esas cosas», admitiendo que siguió instrucciones para fabricar una bomba y que consiguió producir «pólvora negra».

La deflagración en la que resultó gravemente herido tuvo lugar el 25 de junio del 2016 en el sótano de la casa. Allí se encontró azufre, polvo de aluminio, carbón, ácido clorhídrico etc. «He trabajado toda la vida en el campo y la construcción, pero me gusta investigar. Esto me ha arruinado la vida y, si hubiera sabido lo que iba a pasar y que hacían falta permisos, nunca lo hubiera hecho», explicó ayer.

Los agentes de la Benemérita que practicaron la entrada y registro en el inmueble también acudieron a declarar como testigos. «Ahí había de todo: tarros en la nevera, fuera de ella, cables...», dijo uno de los efectivos. Otro compañero del instituto armado afirmó que hallaron una libreta con anotaciones para hacer explosivos. Uno de los expertos del Gedex (Grupo de Desactivación de Explosivos) confirmó en sala que en la casa había elementos «extremadamente peligrosos».

Y es que en la vivienda se hallaron restos de TATP, la sustancia que causó la explosión y que utilizan los yihadistas en sus ataques y los ladrones de bancos para hacer estallar los cajeros.

El fiscal mantuvo, al final de la sesión, su petición inicial de seis años, pues argumentó que la actividad del acusado supuso, además de un daño concreto en sí mismo, «un peligro para la comunidad». Por su parte, la defensa incidió en que la explosión tuvo lugar en «una caseta aislada» y la comparó con la de «un petardo». Según su abogado, M.G.D. tiene la incapacidad permanente a raíz del suceso ahora enjuiciado.

El procesado dijo en su intervención final haber estado «al filo de la muerte» y aseguró que «el castigo por lo que hice lo estoy pagando de por vida».