La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón acogió ayer el juicio contra un castellonense acusado de abusar sexualmente de una niña de 8 años.

La menor era amiga del hijo del procesado y se quedó a dormir en casa de este una noche, durante las fiestas de la Magdalena del 2014. De madrugada, presuntamente, el adulto le bajó el pantalón del pijama, le practicó tocamientos en sus partes íntimas y llevó la mano de la pequeña hasta su pene para que también ella lo tocara a él.

Todo ello, supuestamente, en la misma cama en la que también estaba su hijo pequeño.

El fiscal, que pedía para él cuatro años de cárcel en su escrito de acusación provisional, añadió ayer otros cinco más de libertad vigilada. Asimismo, solicitó que la víctima reciba una indemnización de 4.000 euros por los daños morales ocasionados.

«ERAN JUEGOS» / El acusado admitió ayer, durante su interrogatorio, que tocó los genitales de la niña, aunque se justificó diciendo que «se trataba de un juego de cosquillas». El hombre dijo que todo se trataba de una malinterpretación por parte de la pequeña. «Con mi hijo juego, le hago cosquillas, lo cojo de sus partes, pero es de broma y con ella pues también hice lo mismo», explicó el procesado al tribunal.

La víctima declaró tras un parabán y a puerta cerrada y su madre, la siguiente testigo de la lista, relató cómo su hija le contó que había sufrido abusos. «La niña vino y me dijo que había pasado algo que no le había gustado nada. Me contó que cuando su amigo se durmió, el padre empezó a tocarla y que la obligó a que lo masturbase a él», explicó.

Asimismo, la madre de la denunciante reconoció que la menor «no sabía el alcance de lo que había sufrido, pero sabía que no estaba bien» y que su hija le contó, además, que el acusado le había dicho tras los tocamientos que no dijera nada de lo sucedido, que «era normal y que con su hijo también lo hacía».

Por su parte, los psicólogos y forenses que reconocieron a la niña dieron «credibilidad, proporcionalidad y veracidad» a su testimonio y negaron que en su denuncia hubiera carga alguna de subjetividad o animadversión hacia el varón acusado.

Finalmente, el médico forense que evaluó al procesado dijo que este es una persona sin patologías mentales y que, a pesar de los hechos que se le imputan, «nada induce a pensar que tenga inclinación sexual por los niños».