Un mismo suceso tiene tantas versiones como personas lo viven. Ya sea traumático o alegre, la intensidad del sentimiento va en función del nivel de implicación. El atraco a una joyería, por ejemplo, como el que perpetraron ayer al menos cuatro hombres en un centro comercial de Castelldefels (Barcelona). La dependienta terminó aterrada y no le será fácil volver a la tienda. «¡Tírate!», dice que le gritaron los asaltantes, antes de liarse a tiros con una puerta ante la aparición de un mosso fuera de servicio.

Todo cambiaba en el centro comercial Ànec Blau a eso de las 11 de la mañana. En la joyería José Luis, una clienta oteaba el género mientras la única empleada a esa hora la asesoraba en lo que fuera menester. Cuatro hombres, ataviados con monos de trabajo, sombreros y gafas de sol, irrumpieron en este comercio esquinero y destrozaron tres vitrinas grandes y otras tantas de menor tamaño. Fueron a por lo más caro del lugar: anillos, colgantes y pendientes. Uno de ellos, tal y como puede verse en el vídeo grabado por una mujer que estaba en una tienda de enfrente, entraba y salía para comprobar que no hubiera moros en la costa. El golpe no duró más de dos minutos.

Justo en el momento de la huida apareció un hombre con una capa negra. Se trataba de un agente de los Mossos d’Esquadra que se encontraba en una peluquería. Mientras le acicalaban el pelo, alguien alertó de la situación y el policía no dudó en saltar de la silla. Forcejeó con uno de los ladrones, pero no logró detenerles.

En la huida dispararon en dos ocasiones a la puerta automática. Se marcharon en un coche que habían robado dos días atrás. Lo quemaron a 700 metros del lugar, en un polígono industrial, y escaparon en otro auto. Poco después, los Mossos informaban de una «operación abierta» en L’Hospitalet, donde habían sido detenidas dos personas que podrían estar vinculadas con los hechos. Llevaban un arma, pelucas y sombreros. Sospechoso. Pero a media tarde no constaba que hubiera relación alguna.