Un macabro plan para evitar pagar una pequeña deuda por drogas. Nuevos detalles han trascendido sobre el terrible asesinato de Miguel Navarro, Maikel, que ha conmocionado a la sociedad castellonense. Uno de los tres detenidos, el de 17 años, como ha podido averiguar Mediterráneo, fue el ideólogo del crimen y pidió a los otros dos implicados --de 14 y 20 años-- que le ayudaran a acabar fríamente con su vida aquella fatídica tarde de Reyes.

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El plan, según confirmaron fuentes judiciales, llevaba forjándose un mes. Maikel exigía constantemente el pago del dinero al joven de 17 años, que llegó a contar a sus conocidos que se sentía «amenazado». Así, empezó a pedir a sus amistades ayuda para acabar con la vida de Maikel. El chico de 17 años solicitó al de 14 colaboración. Como declaró este último, le dijo: «Me tienes que ayudar, no me puedes dejar tirado». Además, invitó también al chaval de origen rumano, de 20 años, a la casa del Camí d’en Riera con la excusa de fumarse allí unos porros. Por último, citaron a Maikel, quien, creyendo que iba a cobrar la deuda (que no llegaba a 100 euros), aceptó entrar.

HACHAS, CUERDAS Y SALFUMÁN // La escena estaba montada, como desvelaron a este periódico fuentes jurídicas. El adolescente de 17 años tenía preparadas en la casa tres hachas, cuerdas y varias botellas de salfumán. Cuando Maikel entró, casi sin mediar palabra, el joven de 17 años, presuntamente, le asestó el primer hachazo en la cara. En el mismo, la víctima perdía dos dedos, como ha desvelado la autopsia. Tras esto, los otros dos jóvenes continuaron con el ataque propinándole varios hachazos más en la cabeza. Una versión que ha quedado recogida tanto ante la Policía Nacional como ante el juez.

El menor de 14 años desveló en su declaración que su amigo de 17 estaba «muy preocupado porque se estaba manchando la casa». Así, como detalla la investigación, se apresuró a envolverle la cabeza, ensangrentada, con una bolsa de plástico «para que no se ensuciaran las paredes».

Después, como finalmente confesaron en el juzgado, ataron el cuerpo y lo trasladaron ayudados de una carretilla hasta el campo de naranjos que hay enfrente de la vivienda, donde, tras cavar un hoyo, lo metieron dentro. La autopsia revela que Maikel, en ese momento, aún respiraba y estaba con vida. Seguidamente, lo dejaron allí enterrado y regresaron de nuevo a la vivienda para limpiar la escena del crimen: frotaron la sangre con salfumán e, incluso, rascaron las salpicaduras de las paredes con una espátula.

un pacto de silencio // Tras saltar la noticia de que Maikel había desaparecido y que su familia lo estaba buscando, los tres implicados hicieron un pacto de silencio. No obstante, para disimular, el chico de 17 años, que conocía a la familia de la víctima, comenzó a colaborar con ellos acompañándoles a colgar carteles y despistándoles en su búsqueda, indicándoles que podía estar aquí o allá, por la ciudad, sin resultado.

La madre de este joven, especificaron estas fuentes judiciales, comenzó a sospechar al ver desorden en la casa, manchas y al percibir que su hijo hablaba demasiado del caso. Ese mismo día, acudió a la Policía Nacional.

Ese jueves, 12 de enero, por la tarde, se produjeron las primeras detenciones. No obstante, los dos menores le echaban la culpa al mayor de edad, que reconoció al juez que había fumado hachís y consumido cocaína. Tras el hallazgo del cadáver, comenzaron a derrumbarse y a confesar. El viernes, además, se llevó a cabo, con la presencia de los padres de los chavales, «muy afectados», una reconstrucción del crimen en la casa, donde los implicados ayudaron a la policía a localizar las hachas, que estaban escondidas en descampados. De momento, solo han encontrado dos.

El sábado la juez enviaba a prisión al chico de 20 años y a los menores, de 14 y 17, a dos centros de reeducación de Valencia y Alicante, respectivamente.