Un buzo, de 54 años y natural de Leganés (Madrid), murió ayer mientras realizaba una inmersión en grupo junto al puerto de Orpesa. La víctima, que se encontraba recibiendo una clase junto a otros ocho alumnos, fue trasladada rápidamente en una embarcación especial de buceo de fibra hasta el puerto, mientras le practicaban la reanimación cardiopulmonar básica.

El CICU recibió el aviso en torno a las 10.35 horas, alertando de que habían sacado a un buzo inconsciente. Un SAMU se trasladó al lugar y continuó con la reanimación cardiopulmonar avanzada, aunque sin respuesta, tal y como confirmaron fuentes médicas.

El hombre, que se encontraba en parada cardiorrespiratoria, falleció in situ. Según indicaron las mismas fuentes, será la autopsia la que determinará la causa exacta de la muerte, aunque barajan la hipótesis de un posible fallo cardíaco, ya que desde el centro del buceo negaron que hubiera habido problema alguno con el material utilizado. El levantamiento del cadáver se produjo alrededor de las 13.15 horas.

EN GRUPO / La víctima estaba practicando buceo en un grupo de ocho personas, todos ellos buzos adultos certificados, con monitores y un guía, según confirmó a este periódico el responsable del centro de buceo del puerto deportivo. El establecimiento se cercioró de que no hubiera «problemas de falta de aire, ni tampoco ningún incidente mecánico».

En el momento del suceso el grupo se encontraba realizando una inmersión submarina a unos 16 metros de profundidad para admirar el fondo marino del litoral, según pudo averiguar este periódico. El hombre se desvaneció en el agua por causas que por el momento se desconocen.

Aunque los primeros indicios apuntan a que falleció debido a algún problema de salud, el forense deberá confirmarlo.

PROTOCOLO DE SEGURIDAD / Desde el centro de buceo señalaron que todo el grupo «llevaba el mismo material» y afirmaron que «se cumplió, como siempre, el protocolo de seguridad en buceo».

«Antes de salir del puerto se verifica que está todo el material, se monta correctamente y se cerciora que funciona perfectamente. Si no se comprueba, no se sale al agua. Y antes de tirarse hay otro chequeo, en el que se supervisa que el buzo está completamente equipado, que la botella se halla abierta y que todo el mundo está bien. También hay un tercer control, que es el visual, en el que el guía va mirando que no exista ninguna fuga de ningún tipo», incidieron desde la empresa.

No obstante, la Guardia Civil se llevó ayer el material para investigar el caso. El centro de buceo canceló todas sus actividades del día y los investigadores del instituto armado indagan ahora acerca de lo que pudo suceder.