La Audiencia Provincial de Castellón ha condenado a tres años y nueve meses de prisión a un hombre por los delitos de violencia psíquica habitual, amenazas, coacciones y conducción temeraria. El tribunal considera probado que insultó y amenazó de muerte a su exmujer con continuos mensajes de Whastapp tras comunicarle ella que quería separarse. Además, la justicia lo sentencia por perseguir con su coche a la víctima por Vila-real, cuyo turismo llegó a golpear, intentando subir en el vehículo de esta y quitarle las llaves del contacto.

Los hechos sucedieron a lo largo de los meses de mayo y junio del 2018. El ya condenado envió mensajes a su expareja, hostigándola con frases como: «Te voy a hacer la vida imposible», «te voy a destrozar», «voy a quemar tu casa» o «te voy a matar». El varón la amenazaba, de madrugada, con whatsapps como: «Si tienes huevos, no contestes a este mensaje y vas a ver quién soy a partir de ahora», «si quieres ir a la Policía, ve y ponme a prueba» o «he estado 20 años contigo y, de repente, tú me pegas la patada».

La mujer no denunció nunca, pero acudió al Centro Mujer 24 horas de Castellón y se sometió a tratamiento psiquiátrico, presentando un trastorno ansioso-depresivo. El 16 de junio el hombre comenzó a insistir en quedar con la afectada y ella se negó. Acto seguido, él se subió a bordo de su vehículo e intentó localizar a su exesposa, comenzando a perseguirla cuando la encontró. Al darse cuenta, la víctima aumentó la velocidad para que no la alcanzara, iniciándose una persecución en el marco de la cual él golpeó el coche de la afectada por detrás. El hombre bajó de su turismo al detenerse ella por causas de la circulación y la mujer cerró los seguros de las puertas, muy asustada. Varios ciudadanos intervinieron al ver lo ocurrido y llamaron a la Policía Local de Vila-real. Los agentes lo detuvieron y le hicieron test de drogas, dando positivo en cocaína y anfetaminas.

Él se escuda en la droga y dice que su mujer era «suya»

Durante el juicio el hombre reconoció todas las acusaciones y se escudó en que tomaba droga y que estaba «emparanoiado». Justificó su comportamiento en su consumo de cocaína y en que su mujer era «suya». Según él, durante el tiempo en prisión se había «arrepentido». «No quería perder a mi mujer y mi hija», alegó.

Por su parte, la víctima explicó que él era «dominante», «autoritario» y que se enfadaba cuando se le llevaba la contraria, menospreciándola y llamándola «guarra» e «hija de puta». Explicó que recibió tratamiento y que él no aceptó que ella quisiera divorciarse.