Condenado por falsedad documental en concurso medial con un delito de estafa continuada. La Sección Primera de la Audiencia Provincial ha impuesto seis meses de prisión a un empresario de Borriol, dedicado a la venta de muebles, por aportar todo tipo de documentación falsa para lograr que le concedieran créditos. Aunque decía que el destino de esos préstamos eran sus negocios y la obtención de nuevo material, se quedaba con el efectivo que las entidades le entregaban.

Así lo ha declarado probado el tribunal, tal y como reza la sentencia a la que ha tenido acceso este diario. Entre octubre del 2009 y junio del 2010, el condenado y otra persona que no ha podido ser localizada acordaron enriquecerse con la petición de créditos, a sabiendas de que no iban a satisfacerlos. Para tramitarlos, entregaron contratos de trabajo y nóminas ficticias, así como declaraciones de IRPF que no se correspondían con la realidad.

EL DINERO / El sentenciado logró que una entidad bancaria le concediera 11.500 euros, un dinero que se quedó --sin destinarlo a fines empresariales--. Antes de celebrarse el juicio contra él en la Audiencia Provincial consignó en el juzgado la cantidad de 11.000.

La Sección Primera ha condenado, asimismo, a cuatro meses de cárcel por tentativa de estafa a dos personas que le prestaron al empresario sus documentos de identidad para tramitar nuevos préstamos. Según declaran probado los magistrados, se solicitaron a una entidad bancaria 15.000 euros --que no llegaron a ser concedidos--, aportando contratos de trabajo y nóminas de empresas para las que los otros acusados no habían trabajado jamás. Los acusados aceptaron los hechos que se les atribuían durante la vista y han sido sentenciados a seis y cuatro meses de cárcel, además de a devolver por parte del empresario 11.500 euros.

OTRO CASO RECIENTE / Otro castellonense fue condenado recientemente por estafa, en concurso medial con falsificación en documento mercantil por suplantar a una persona invidente --con la que mantenía una relación de amistad-- y pedir en su nombre un crédito de 10.000 euros.

La víctima encargaba al sentenciado --por la relación de confianza que les unía-- diversos quehaceres, tales como liquidar los cupones que él vendía, recoger el correo y más cupones de la entidad para la que trabajaba.

Aprovechándose de esa relación de amistad, el condenado suscribió una solicitud de préstamo con una entidad financiera especializada en la concesión de créditos, a nombre del invidente, imitando la firma de este, tal y como él mismo reconoció