Las abejas de Castellón se encuentran acorraladas. El atractivo y tentador precio de las colmenas en el mercado --unos 120 o 150 euros, aunque su coste real es de 200-- y el aumento de las bandas organizadas que se dedican a robar estos núcleos de polen han provocado el consiguiente incremento de los robos en la zona. No en vano, tal como denuncia el presidente de la Asociación de Apicultores de Castellón, Néstor Pascual, a lo largo del año pasado se sustrajeron más de 1.500 colmenas en la provincia.

Todos los casos registrados estaban cubiertos por el seguro, por lo que el número de robos podría ser mucho mayor. Y avisa de que no se trata de un fenómeno aislado que solo perjudica a unos pocos: «La mayoría de los 400 apicultores de la provincia se han visto afectados por estos episodios delictivos», alerta.

Según el jefe del equipo Roca de la Guardia Civil, Antonio Negreiro, los delincuentes, que actúan muchas veces en grupos organizados, ya tienen «colocado» previamente lo que roban. Los ladrones, explica, son personas especializadas en el sector, que conocen muy bien la zona y que normalmente trabajan de noche, cuando las abejas duermen.

De hecho, recientemente se han producido incautaciones de hasta 360 colmenas que habían sido sustraídas en la provincia, con un valor de más de 100.000 euros, señala Negreiro.

Un trabajo y una colaboración activa que, pese a la dispersión del sector, agradecen los apicultores, quienes confían en que se puedan frenar así los robos y piden una justicia más ágil y que combata la impunidad. «Hay juicios que tardan en salir cinco años y, mientras, el ladrón sigue robando colmenas porque cree que no le va a pasar nada», recrimina el presidente del ente.