La Audiencia Provincial de Castellón condena a 21 años y 9 meses de cárcel a Somer Codreanu por el robo con violencia y asesinato del dueño del club Doris de Cabanes, Francisco Esteller, quien fue maniatado y apaleado hasta la muerte en su bar de la CV-10 en septiembre del año 2013.

El tribunal solo lo considera a él culpable de la muerte y absuelve a una de las prostitutas que trabajaba en el local de la víctima y que fue acusada de avisar a su pareja y a otros dos compatriotas de lo que su jefe tenía de valor en club para cometer el asalto. La Fiscalía pedía, inicialmente, 30 años de prisión para ella.

Al final del juicio, rebajó esa petición de cárcel hasta los cinco años y retiró los cargos por asesinato. Sin embargo, los magistrados no han encontrado pruebas contra la empleada y la han absuelto de todos los delitos.

Otros dos ciudadanos rumanos, el novio de la prostituta y un amigo, se sentaron también en el banquillo, acusados de actuar junto a Somer Codreanu.

En un principio, el Ministerio Fiscal solicitó para ellos 10 años de cárcel, una pena que dejó en tan solo dos al concluir las sesiones en la Audiencia Provincial.

Los jueces han absuelto ahora a la pareja de la trabajadora del club y han condenado al otro, Nicolae Vasile, a un año de prisión por haber proporcionado al asesino la información sobre el bar, según la sentencia a la que ha tenido acceso Mediterráneo.

Durante el verano del 2013, Somer Codreanu se trasladó a Cabanes desde Huelva, donde residía, con el objetivo de perpetrar un asalto en el club Doris de Cabanes, del que le había hablado el otro condenado, Nicolae Vasile, que viajó con él en el coche y junto a otras personas que, según la sentencia, no han podido ser identificadas. El asesino ya condenado y sus compinches se presentaron en el local para comprobar las condiciones del establecimiento y concluyeron que podía ser un buen objetivo del robo.

La noche del 21 de septiembre, Codreanu se colocó una media en la cabeza para cubrirse el rostro y accedió, a través de una ventana trasera, a la vivienda anexa al club Doris, que era el domicilio de Francisco Esteller y su mujer.

EXTREMA VIOLENCIA

Sorprendieron al fallecido, junto a otros cómplices. Le ataron las manos con un sujetador de su esposa y los tobillos con un trozo de camisón. Asimismo le propinaron multitud de golpes, preguntándole dónde guardaba las cosas de valor. Con ánimo de acabar con su vida, le introdujeron un calcetín en la boca y además se la taparon con una camiseta, colocada a modo de mordaza. Además, apretaron fuertemente el cuello hasta que murió por asfixia.

Los restos biológicos de Codreanu, hallados en prendas de ropa que había en el lugar del crimen, han sido determinantes en su condena por asesinato.