Culpables. La Audiencia de Castellón ha condenado a 11 acusados, vecinos de Almassora, Burriana, Nules, la Vall y Moncofa, a penas de entre 3 y 4 años de cárcel para cada uno, como autores responsables de un delito contra la salud pública, ya que fueron sorprendidos y arrestados por la Guardia Civil en verano del 2014 trapicheando y colaborando en la distribución de cocaína en la comarca de la Plana Baixa. Los acusados, que están en libertad provisional excepto el cabecilla, el conocido traficante de Almassora, Juan García Picamán, que reconoció los hechos antes del juicio, pueden ahora recurrir esta sentencia, que no es firme.

Los hechos se remontan a los meses de julio y agosto del 2014. La Guardia Civil se enteró por un chivatazo que Juan García Picamán estaba distribuyendo cocaína y se valía de una red de personas conocidas y con problemas económicos para burlar la ley. La Benemérita inició entonces, tras solicitar una orden judicial, una serie de seguimientos y de escuchas telefónicas que llevaron a los investigadores a sorprender in fraganti a todos los acusados.

LIDOCAÍNA Y CAFEÍNA // En el juicio, que se celebró el pasado 14 de diciembre en la sala de la Sección Primera, todos los implicados negaron los hechos y alegaron que las sustancias intervenidas por la Guardia Civil eran «para consumo propio». No obstante, algunos reconocieron que ocultaban en sus viviendas sustancias de corte bajo el encargo de Picamán (cafeína, anfetaminas o lidocaína) o bien, incluso, uno de ellos dijo que se trasladó a Valencia para comprar una bolsa llena de cafeína en una droguería.

PROBLEMAS ECONÓMICOS // Además, relataron a preguntas del Ministerio Público que en la época en que fueron detenidos, en verano del 2014, atravesaban por graves dificultades económicas motivadas por la crisis. Algunos de ellos, propietarios de bares de Burriana o de la Vall d’Uixó, explicaron que no podían pagar la factura de la luz y que Juan García Picamán les había prestado dinero en alguna que otra ocasión. Otro acusado, ebanista de profesión y vecino de la Vall d’Uixó, manifestó que se vio repentinamente en la ruina y que aceptó el encargo del cabecilla de la trama, Picamán, de entregar una sustancia, pero subrayó que pensaba que «no era tóxica». «Si hubiera sabido que era droga, nunca hubiera aceptado el encargo», subrayó ante la sala.

Para el tribunal los acusados sabían que se estaban dedicando al tráfico de esta sustancia ilegal.