En Castellón existen una decena de crímenes sin respuesta que, muchos años después de haberse producido, están dormidos y en punto muerto. El hallazgo del cadáver de una bebé en la planta de residuos de Onda el pasado mes de marzo es el último caso que permanece sin esclarecer en la provincia, pero no es, ni mucho menos, el único.

El más antiguo sin resolver es la muerte de Vicente Bolos en 1991. El castellonense regresaba el 29 de marzo --Viernes Santo-- de aquel año a Castellón en su vehículo y circulaba por el camino El Palmeral de Benicàssim, junto a su esposa. Al rebasarle otro turismo, el copiloto bajó la ventanilla y le disparó mortalmente. Transcurridos 27 años, el autor del asesinato no ha podido ser identificado.

Cinco años después, un macabro crimen conmocionó a la sociedad castellonense. ¿Qué le sucedió a la doctora de Benicarló Alicia Bueso, de 29 años?, ¿Quién fue el responsable de su muerte?... Son preguntas sin responder aún. Su cadáver apareció calcinado en el interior de un vehículo en Castellón el 17 de septiembre de 1995. Ese día, una mujer que se dirigía en bici a su alquería, sita en el camino Almalafa de la capital de la Plana, alertó de que había un coche se estaba quemando en el entrador de un maset abandonado.

Los bomberos apagaron las llamas del turismo y se dieron cuenta de que en el asiento del conductor había un cadáver totalmente calcinado. Era la joven doctora, quien la noche anterior había estado de guardia en el Hospital General de Castellón. A pesar de los incansables esfuerzos de sus familiares y del abogado de estos, su caso no ha podido resolverse.

Ya en los años 2000, un representante de joyas fue golpeado con una piedra a la salida de un club de alterne de Orpesa. La víctima, de 51 años y vecino de Carcaixent (Valencia), falleció en el 2002 en elpárking del local al que acudía cada semana para ofrecer las alhajas a las empleadas.

El responsable de una tienda de cerámica artesanal ubicada junto al establecimiento se percató de la presencia del cuerpo, tendido al parecer junto a la piedra empleada para darle muerte.

La víctima llevaba en el momento del óbito tres muestrarios de joyas que no fueron localizados posteriomente por la Guardia Civil, por lo que el móvil del crimen siempre apuntó a un robo.

El naturópata Manuel Culla, de 70 años, apareció muerto un año después en su domicilio y consulta de la Puerta del Sol de Castellón. Culla ofrecía consejos de salud cada miércoles en una cadena de televisión local de Castellón, bajo el epígrafe Para vivir mejor.

El naturista Manuel Culla

Uno de sus hijos lo encontró semidesnudo, maniatado, estrangulado con sus sábanas y rematado en la cabeza con un crucifijo. En la escena del crimen se halló ADN y se habló entonces de un posible móvil sexual y económico en el que pudo participar más de una persona. Casi tres años después, un mendigo apareció ahorcado en una casa abandonada de Logroño y, al intentar identificarlo, los agentes descubrieron sus huellas en la escena del crimen de Culla. Sin embargo, no pudieron poner nombre al sintecho.

En los años 2000 y el 2011 dos magrebís murieron tiroteados en Benicàssim y Castellón, respectivamente. El primero en la calle El Palmeral, cerca de la Gran Avenida; el segundo, en una casa de citas del camí La Plana. Ninguno de los dos casos pudo esclarecerse.

Aunque el tiempo corre en contra de los investigadores, la resolución del crimen del Eurosol (2000), 14 años después de cometerse, y la reciente detención del último implicado en una paliza mortal en Burriana (2014) abren una puerta a la esperanza y son una muestra de que un caso sin resolver nunca se cierra.