La sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Valencia contra una vecina de Altura que propinó una paliza a su hermana, que reside en la capital del Túria, poco después de que ambas mantuvieran una tensa conversación a través del WhatsApp y la acusada se sintiera muy ofendida. Los magistrados le imponen una pena de un año, un mes y 16 días de cárcel por un delito de lesiones, con el agravante de parentesco, y la absuelven del delito de homicidio en grado de tentativa por el que también venía siendo acusada.

Los hechos se remontan al 25 de enero del 2015, cuando la ahora condenada estaba en su casa de Altura, donde reside. Eran las 3.30 horas de la madrugada, y mantenía una conversación telefónica con su hermana por asuntos familiares, durante la cual la enjuiciada se sintió ofendida. Seguidamente, ambas se intercambiaron unos mensajes con el móvil a través de la aplicación WhatsApp, que incrementaron la ofensa sentida por la acusada, quien, sin pensárselo dos veces y muy cabreada, cogió el coche y se dirigió desde su domicilio de Altura hasta la casa de su hermana en Valencia. Así, como ha quedado probado en el juicio, sobre las 4.00 de la madrugada llamó a la puerta insistentemente y cuando la víctima abrió comenzó una fuerte discusión motivada por el contenido de la conversación telefónica y por los mensajes de WhatsApp que le siguieron, en los que llegaron a insultarse.

LA CARA ENSANGRENTADA // En medio de la discusión se enzarzaron en una pelea y, con el ánimo de atentar contra la integridad física de su hermana, la acusada la agredió con violencia propinándole golpes en la cara, en la cabeza, puñetazos y patadas, e, incluso, la empujó contra una puerta cayéndole encima los cristales de la misma y acabando esta tendida en el suelo de la cocina, completamente ensangrentada.

La víctima sufrió heridas como un hematoma en pabellón auricular izquierdo, herida inciso contusa que precisó de tratamiento quirúrgico y herida incisa en la cabeza de 10 centímetros (siete grapas), así como escoriaciones por todo el cuerpo.

Los policías que acudieron a la vivienda y que declararon en el juicio explicaron que en la casa había sangre y que la víctima estaba malherida. Además, indicaron que la acusada, «muy nerviosa», les dijo que había ido «a liarla con todas las consecuencias».

La procesada aportó en la vista un diagnóstico médico de trastorno bipolar y adicción al alcohol, pero los magistrados no lo han tenido en cuenta porque ello, entienden, «no la excluye de su responsabilidad penal».