Una oleada de robos de naranjas está provocando el malestar y las pérdidas económicas de una parte de agricultores de Burriana y Vila-real. Al menos veinte personas han visto mermados de manera importante sus ingresos tras haber sufrido el hurto de la cosecha. Juan Bautista Monsonís, vecino de Burriana, es uno de ellos. El pasado martes fue a ver “si habían regado el huerto, y mi sorpresa --asegura-- fue que me habían robado una gran parte de la producción citrícola”.

Asegura que “roban a plena luz del día y saben muy bien qué frutas cogen, sólo las mejores de cada árbol”. Por este motivo, al llegar al huerto vio que le habían robado “7 u 8 capazos, pero al seguir andando por la finca comencé a ver que el daño era mucho mayor y de 6 hanegadas, han robado en más de la mitad. No cogen el repomo, sino las naranjas de la primera floración”.

A él le robaron alrededor de “5.000 kilos de lanelate y al precio que va este año a fruta, pues el daño es grande”. Pero también hay otra variedad, la navelate, que también ha sido objeto de robos en los últimos días. De ahí que Monsonís no es ni mucho menos el único afectado, sino que todos sus vecinos de la zona del Camí Cedre han sido objeto de robos. Al parecer por lo menos en un caso la Guardia Civil estuvo a punto de sorprender a los ladrones, pero estos dejaron los cajones de naranjas y huyeron.

Esto es una muestra, asegura “de que el agricultor está desamparado, y tras todo un año cuidando el huerto, que te pase esto, te da mucha rabia e impotencia”, dice. “Ya no quiero ir al huerto, porque si veo a alguien por allí, no sé ni cómo puedo responder”.

Los robos se están produciendo en la recta final de la campaña citrícola de este año, con lo que afectan a variedades menos cuantiosas en los campos de la provincia y justo cuando están adquiriendo unos precios más elevados que en campañas anteriores. De ahí que el enfado de los agricultores aún sea mayor, puesto que el perjuicio económico es importante y, al seleccionar la fruta que es más fácil de coger del árbol y la que es de categoría ‘extra’, no hace sino mermar el precio de venta del resto de la producción que queda en el árbol.

Los agricultores afectados exigen más vigilancia de los campos y un control exhaustivo no sólo de las personas que van a recoger las naranjas, sino también “de las empresas que compran la fruta, porque todas estas naranjas que nos roban no son para consumo propio, sino que luego van a algún almacén que las compra”. H