En piscinas públicas y privadas, en la playa y en pantanos o lagunas. En agua dulce y salada.Pequeños y mayores. Hombres y mujeres. El agua es vida, pero también muerte. Y es que las actividades acuáticas son lo mejor del verano, aunque suponen un riesgo real que cada año, verano tras verano, se contabiliza en números. Uno más. Otro más. No hay tregua.

De hecho, el pasado fin de semana efectivos sanitarios rescataron a cuatro personas con síntomas de ahogamiento en la piscina de una masía de Onda y en playas de El Pinar de Castelló, Benidorm y Santa Pola. Además, en lo que va de verano cuatro personas han perdido ya la vida en la provincia de Castellón --dos de ellas en Peñíscola, una en Burriana y otra en Benicàssim--. Tres de los fallecidos hasta la fecha se han registrado en playas y el restante pereció en una piscina, siendo dos hombres y dos mujeres los finados, de entre 51 y 82 años.

Los casos se acumulan en la estadística difundida por la Generalitat la semana pasada, donde fuentes del Servicio de Emergencias Sanitarias (SES) de la Generalitat valenciana cifraban en 15 las muertes por ahogamiento en la Comunitat y en 24 los atendidos por ahogamiento (a los que habría que sumar estas cuatro últimas atenciones).

La prevención como clave

La prevención es la clave para evitar cualquier suceso en el agua. Lo dicen y repiten los expertos año tras año. Si hablamos de ahogamientos en espacios acuáticos durante el verano, el imaginario colectivo sitúa como protagonista a un menor de corta edad. Pero las estadísticas dicen lo contrario y alertan de un peligro en el que no respetar las indicaciones de los socorristas, bañarse sin vigilancia o un exceso de confianza puede ser determinante con un dramático final.

Eso sí, el colectivo más vulnerable en el agua son los bebés y los niños de hasta cinco años. No saben nadar (en algunos casos tampoco flotar) y eso hace que los adultos deban extremar las precauciones. Nunca hay que perderles de vista. La alerta debe ser constante. Ese es el principal consejo respecto a los menores de edad. ¿Y los adultos? Los expertos apuntan a algo tan básico como «respetar las normas y no subestimar los riesgos».

Y es que, según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) que elabora la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, en el 2018 el perfil de la persona muerta por ahogamiento en un espacio acuático español fue «el de un hombre (77%), de nacionalidad española (75%), de más de 45 años (65,9%, aunque el 40,1% es mayor de 65), que muere en una playa (44%), o en cualquier caso en un lugar que carece de vigilancia (83%), entre las 10.00 y las 18.00 horas (60,3%)».

Sin estadísticas oficiales

En año pasado, la Comunitat Valenciana registró 37 fallecidos de las 372 muertes por ahogamiento registradas en todo el territorio español. Y eso que el 2018 fue el año con el menor número de muertes desde que en 2015 la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo comenzara a realizar este informe ante la ausencia de una estadística oficial. De acuerdo con las cifras, 2017 fue el año con más fallecidos (481), seguido de 2016 con 437 y de 2015 con 415, mientras que el pasado año fue el único que bajó de los 400 muertos.

Ambas entidades exigen campañas ministeriales que muestren los riesgos que conlleva el

agua, especialmente entre los menores, con los que cualquier despiste puede ser mortal.

También piden un registro «oficial», ya que las estadísticas gubernamentales existentes -- y que se elaboran con dos años de retraso-- no diferencian entre los menores de edad que se ahogan en una piscina o aquellos que tienen un accidente con una bolsa de plástico.

Por ello, las entidades piden estadísticas «serias» como las que realiza la Dirección General de Tráfico (DGT) con las víctimas en la carretera, en aras de concienciar a la población.