La puerta de acceso a la ermita de la Sagrada Familia de la Vall d’Uixó amaneció ayer destrozada como consecuencia de un robo perpetrado en la noche del viernes al sábado, que se saldó con la desaparición de la figura de un monaguillo que hacía las veces de limosnero y los evidentes daños en un edificio del siglo XVII.

La alerta sobre los hechos la despertó un vecino que paseaba por la zona de San José y se encontró la figura del monaguillo abandonado «en unas junqueras, junto a las placas solares», explicó el párroco del Santo Ángel, Vicent Borja. De inmediato informó sobre el hallazgo y se inició la movilización para saber lo que había sucedido. No tardaron en descubrir los destrozos en la puerta de la ermita, ubicada en el paraje turístico de San José, justo sobre el río subterráneo. Unos daños que tanto autoridades municipales como eclesiásticas no dudaron en calificar como «muy graves», teniendo en cuenta que se trata «de las puertas originales», según Borja, que como confirmó el guía turístico local, José Enrique Puchol, «fueron bendecidas en el año 1698».

La mayor preocupación tras conocer los hechos fue comprobar si se habían sustraído más objetos de valor, pero no tardaron en confirmar que la única zona afectada fue la exterior, dado que el limosnero se encuentra junto a al entrada, tal y como se denunció ante la Guardia Civil y la Policía Local, que se personaron en el lugar de los hechos para poder iniciar una investigación.

Vicent Borja explicó ayer que, según apuntarían los primeros indicios, el robo fue perpetrado por varias personas, que ejercieron una evidente violencia para forzar la puerta. «Debieron escuchar algo y no han entrado más adentro, porque no han tocado ni los cepillos, ni los donativos de las velas, ni falta nada de valor».

Se supone que cargaron la imagen sustraída en un vehículo y tras vaciar el limosnero, en cuyo interior había dinero, según confirmó Borja, lo abandonaron en el lugar donde fue encontrado.

A pesar de que se trata de un robo, las condenas oficiales no se hicieron esperar. Nadie, ni siquiera la alcaldesa, Tania Baños, evitó equiparar los hechos con los actos vandálicos que están reproduciéndose en el municipio en los últimos meses, entre los que se encuentra un ataque reincidente a la iglesia de la Asunción.