Desolados. Así están los padres y hermanos de Andrea Carballo tras el fallecimiento de la joven, una muerte que ellos califican de «asesinato» y que les ha «destrozado la vida». Su madre, Inma Claramonte, abrió ayer las puertas de su casa a Mediterráneo para exigir que se haga justicia, aunque el asesino de su hija «haya muerto también».

La familia está «convencida» de que la brutal colisión del coche en el que ambos viajaban no fue fruto de un forcejeo. «Él quería matarla y se estrelló a propósito, de eso estamos seguros», afirman con gran pesar sus seres queridos.

«Él nunca ha respetado la orden de alejamiento, nos ha provocado, a Andrea la tenía vigilada y ella tenía mucho miedo», explica la madre de la chica, entre lágrimas y destrozada tras perder a la joven de 20 años. «Ella creía que él la controlaba a través del teléfono, que tenía sus contraseñas y que jugaba con la ubicación en la que la niña estaba», asevera el marido de su madre y padre del hermano menor de Andrea, también muy afectado por la tragedia.

«Andrea se fue un rato con sus amigos el pasado viernes por la tarde porque era su cumpleaños y se dejó el tabaco en casa. Al cabo del rato, un amigo le advirtió de que no viniera a buscar el paquete porque él estaba merodeando por aquí y podía ser peligroso», recuerdan sus familiares, quienes, además de tristeza, sienten «indignación» por un sistema de protección que, dicen, «ha fallado claramente. Sin duda».

Inma Claramonte lamenta que lo último que su hija le dijo fue: «Mamá, estate tranquila, que me ha dicho la policía que van a ir a por él esta noche y que van a poner un coche patrulla vigilando». La madre de la vila-realense insiste en que no entiende cómo ha podido pasar algo así cuando la víctima siguió todos los protocolos establecidos, denunciando los hechos y comunicándose con su agente de protección. La familia se pregunta: «¿Para qué han mandado a todos esos policías a Cataluña, como si se fueran a la guerra, cuando aquí asesinan a una niña que ha denunciado y ha hecho todo lo que se le pedía?».

«Para él, Andrea era suya. Él no admitía un no por respuesta, no estaba bien mentalmente y era posesivo y un cobarde», apunta el marido de la madre de la joven, que llegó a trabajar con Víctor Llorens y que asegura que el fallecido fue despedido por «discusiones y desequilibrios».