El reciente estreno del caso Alcàsser, una serie original de Netflix, ha despertado gran expectación entre el público y, a la vez, los fantasmas del crimen más mediático de la historia de España. Tres asesinatos, los de las niñas Miriam, Toñi y Desireé, en la vecina localidad valenciana conmocionaron a todo un país a principios de los años 90. La fuga de Antonio Anglés, principal sospechoso de las muertes --Miguel Ricart fue el único que cumplió una pena de 21 años y quedó libre en 2013--, no hizo sino añadir más dolor y escabrosidad al caso.

Si la tragedia de las niñas puso a Alcàsser, de 9.000 habitantes, en el mapa en el año 92; los crímenes del asesino en serie Joaquín Ferrándiz Ventura hicieron que Castellón abriera telediarios entre 1995 y 1997 con las muertes de cinco mujeres que fueron secuestradas, agredidas sexualmente y asesinadas. Pero aunque los asesinatos de JFV fueran los más sonados (especialmente el de la profesora Sonia Rubio, desaparecida durante cuatro meses) son solo una parte de la historia más negra de la provincia.

El crimen de Càlig en 2005 se cobró la vida de la joven cubana Yalennys Valero y el vinarocense Juan Manuel Mata. Un sicario los maniató y asesinó a tiros por orden del amante de ella, un poderoso empresario gallego, quien, muerto de celos, siguió la premisa de: si no es para mí, no será para nadie. Seis años después, en 2011, un terrible caso de violencia machista sacudió a toda la provincia. Esther Ortí era asesinada y emparedada por su marido en una alquería que la pareja tenía en San Jaume d’Enveja (Tarragona). Fue la forma que eligió José Juan García para deshacerse de su esposa y poder, así, comenzar una nueva vida con su amante. Acabó confesando el crimen y fue condenado a 17 años.

Pero no todos los asesinatos se remontan años atrás. En 2018 se produjo en la capital de la Plana un terrible parricidio, el que cometió Ricardo Carrascosa al degollar a sus dos hijas de tan solo dos y seis años mientras dormían. El asesino quiso vengarse de su mujer por una denuncia de malos tratos y, tras matar a las niñas, se suicidió.

Joaquín Ferrándiz, el psicópata 'a la americana' que mató a cinco mujeres

Joaquín Ferrándiz Ventura (conocido también como JFV) sembró el pánico en la provincia entre 1995 y 1997. Cinco fueron las mujeres a las que mató el asesino en serie de Castellón. Entre ellas, la profesora Sonia Rubio, de 25 años, quien permaneció más de cuatro meses desaparecida antes de que su cadáver fuera hallado en un barranco próximo a la N-340 entre Benicàssim y Orpesa. Ferrándiz fue detenido y acusado de cinco violaciones y asesinatos --previamente ya había cumplido condena por una agresión sexual--. Su modus operandi era el de un depredador: utilizaba su apariencia de chico educado y atento para subir a chicas en su coche, ofreciéndoles llevarlas a casa. Tras dos años escabuyéndose de la investigación policial, fue detenido e ingresó en prisión preventiva. La Audiencia de Castellón lo condenó en el 2000 a 69 años de cárcel, de los cuales solo cumplirá una condena efectiva de 25. En julio del 2023 está prevista su salida de prisión. Mientras tanto, como publicó en exclusiva Mediterráneo el pasado mes de mayo, ejerce como ordenanza en la cárcel de Herrera La Mancha (Ciudad Real), donde ha logrado beneficios por su buen comportamiento.

Yalennys y Juanma, ejecutados a tiros por una venganza amorosa

Una oscura historia de celos enfermizos y sicarios se esconde tras el doble crimen de Càlig. En junio del 2005 aparecieron maniatados y ejecutados a tiros en una casa la joven cubana Yalennys Valero y el vinarocense Juan Manuel Mata --este último por pura casualidad y por estar en el lugar equivocado--. Una colilla identificó al sicario que mató a ambos --condenado en 2008 a 45 años de cárcel--.

En 2015 otro juicio en la Audiencia sentó en el banquillo al examante de la joven asesinada, un poderoso y rico empresario gallego llamado Isauro López; acusado de ser el autor intelectual del crimen. También lo acompañó como acusado un castellonense acusado de ejercer de intermediario. Ambos fueron condenados a 28 y 40 años respectivamente.

Esther Ortí fue emparedada por su marido para irse con su amante

José Juan García estaba casado con Esther Ortí. Sin embargo, mantenía oculta una relación extramatrimonial con otra mujer. A principios de año 2011, según declaró probado la sentencia que lo condenó a 17 años de cárcel, el asesino machista se planteó la idea de acabar con la vida de su esposa para poder convivir con su amante, a quien había asegurado que «en el verano del 2011 estaría arreglado el tema de su mujer». Los días previos al crimen José Juan García inició la construcción de un tabique en una de las habitaciones de una alquería que tenía en la localidad de San Jaume d’Enveja (Tarragona) para poder dejar emparedado el cuerpo de su esposa. El 15 de septiembre se citó con su mujer en un almacén de Vinaròs propiedad del matrimonio, la estranguló con un cable y la llevó hasta la casa para emparedar su cadáver. Tras alertar de la desaparición de Esther Ortí, se convirtió en sispechoso. Una vez detenido y cuando estaban registrando el almacén, se derrumbó y dijo cómo la había matado.

Ricardo Carrascosa degolló a sus hijas de dos y seis años en Castelló

Cuando el cadáver de Ricardo Carrascosa apareció en la calle Río Adra una mañana del pasado mes de septiembre, tras precipitarse desde su piso, nada hacía presagiar el macabro asesinato que habría detrás. Los cuerpos de sus dos hijas pequeñas, de tan solo dos y seis años, eran hallados minutos después en el interior del inmueble. Su padre las había matado con un hacha mientras dormían y luego se había suicidado. La sombra de la violencia machista comenzó a planear sobre el doble parricidio desde el primer momento. El asesino, de 48 años y natural de Jaén, y la madre de las niñas se habían separado y ella había interpuesto una denuncia por amenazas de muerte hacia ella y hacia las pequeñas.

«Ve despidiéndote, me voy a cargar lo que más quieres», denunció ante la Policía Nacional la mujer que había llegado a decirle. Él fue entonces detenido, en febrero. Temiendo por la seguridad de sus hijas, ella y la Fiscalía pidieron una orden de protección que le fue denegada por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Castelló. La mujer recurrió esa decisión judicial --el fiscal se opuso-- hasta que en un punto del proceso, y ante las negativas, la madre desistir del recurso.