El excura de 45 años David Vargas, detenido y encarcelado esta semana por el presunto expolio de 3,5 millones de euros a feligresas y allegadas, también intentó desplumar a ancianas en Vila-real, donde ejerció como vicario en la iglesia arciprestal durante unos seis meses. Según ha podido saber Mediterráneo, en el año 2003 el religioso barcelonés fue apartado del municipio, ante las advertencias que algunas familias bien posicionadas de Vila-real realizaron al entonces obispo de Segorbe-Castellón, Juan Antonio Reig Pla --sin mucha vista para la criba de clérigos--, a quien trasladaron las malas artes del sacerdote tras supuestos intentos de estafa por su parte. Tan conocido era el modus operandi de Vargas entre los vecinos de Vila-real que en la localidad se le conocía con el sobrenombre de furtaherències por, supuestamente, acercarse a mujeres de avanzada edad y ganárselas con engaños para que estas le dieran acceso a sus bienes.

EL TRASLADO / El excura fue trasladado tras las quejas a la parroquia de San Vicente Ferrer de Castelló, donde permaneció en un discreto segundo plano como sacerdote adscrito hasta que tomó nuevos destinos. En Barcelona y Lugo, según la investigación policial, perfeccionó su modo de operar. Además de acercarse a mujeres adineradas de misa diaria y ganarse su confianza hasta lograr llegar a su patrimonio, fingía también ser una persona necesitada para, presuntamente, llevar a cabo sus estafas con éxito. Como detallara esta semana a los medios el jefe de la Unidad de Investigación de la comisaría de Mossos d’Esquadra de Les Corts, el excura buscaba siempre a las «víctimas perfectas», mujeres con cierto poder adquisitivo y sin círculo familiar cercano, a quienes persuadía con su «extraordinaria capacidad oratoria». Algunas damnificadas le llevaban comida a su casa e, incluso, una de ellas le proporcionaba el pienso para su gato porque creían que no tenía medios para subsistir.

SOSPECHAS DE LOS FIELES

En Sant Vicenç de Castellet (Barcelona), el eclesiástico despertó sospechas cuando unos feligreses, que luego se constituyeron en colectivo, descubrieron que el clérigo había hecho retirar un mural de dentro de la iglesia, valorado en 50.000 euros, y que también pretendía sacar un baldaquín de alto valor.

Los investigadores consiguieron descubrir, finalmente, el botín del religioso catalán oculto en el trastero de su domicilio. Según los Mossos, Vargas logró estafar, como mínimo, 3,5 millones de euros que la policía acabó localizando en billetes de 50 euros. El dinero estaba en una maleta guardada en el sótano, en el que había también joyas y documentos de posibles nuevas víctimas.

Además, el encarcelado se dedicaba, supuestamente, a la compraventa de obras de arte, una rama de la investigación que ha llevado al Obispado de Vic, dueño de algunas piezas, a plantearse ejercer la acusación particular. El excura está acusado de presunta estafa, blanqueo de capitales, coacciones y varios delitos contra la hacienda pública.