La policía municipal Raquel Gago no fue solo encubridora, sino cómplice del asesinato de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco, pues participó en la organización del crimen, según explica el Supremo en la sentencia en la que confirma las condenas para las tres responsables.

El Tribunal Supremo hizo pública ayer la sentencia en la que confirmó las condenas de 22 y 20 años por el asesinato de Isabel Carrasco a Montserrat González y su hija Triana Martínez, respectivamente, y elevó en dos años, de 12 a 14, la pena para Raquel Gago por complicidad en el crimen y tenencia ilícita de armas.

En su fallo, el tribunal señala que los hechos probados apuntan a que Gago «conoció los propósitos homicidas de las otras dos acusadas y aceptó formar parte del plan urdido por estas para matar», además de que en cumplimiento de dicho plan, en «la tarde en que ocurrieron los hechos, una hora antes de que se ejecutase la muerte de la víctima, se reunió con las otras dos acusadas para concretar los detalles».

«La intervención en la organización» de un crimen, aunque no se actúe en su ejecución, «puede configurar una responsabilidad penal», recuerda el Tribunal Supremo: «Un acto posterior a la consumación realizada por una persona que ha intervenido en la organización no es encubrimiento sino participación».

PENA // El Supremo incrementó la pena para Gago al estimar el recurso de la Fiscalía y la condenó también por delito de tenencia ilícita de armas (con pena de 2 años), pues guardó durante un día la pistola con la que se cometió el acto, sin que se pueda considerar que la retuvo de modo meramente fugaz y momentáneo.

Gago conoció la intención de cometer el delito y lo asumió como propio: «A partir de ese conocimiento, no solo no lo impide ni trata de evitarlo sino que realiza una acción dirigida a concretar los detalles según el plan trazado», dice la sentencia. Su grado de participación no alcanza el de Montserrat Triana (condenada a 20 años como cooperadora necesaria en el crimen cometido materialmente por su madre), pero fue más allá del mero encubrimiento, en contra de lo que fijó el tribunal del jurado.