El equipo EMUME de la Guardia Civil de Castellón es especialista en la protección de mujeres y menores, a los que debe el sentido de sus siglas. Esta unidad se enmarca dentro del área de delitos contra las personas y vive dedicada a los más débiles. Sus miembros abordan casos de violencia de género, agresiones sexuales, abusos o pornografía infantil. Precisamente, uno de sus integrantes se encontraba el miércoles por la tarde en el CEIP Estepar, fuera de servicio, como cualquier otro padre.

El agente y otros dos progenitores no dudaron en tirarse sobre el atacante, echarlo al suelo, mientras este se resistía con violencia, y lo inmovilizaron para que no escapara.

Pedro Castro, un estibador del Grau de Castelló, fue uno de esos padres convertidos en héroes. «Cuando vi al hombre con un cuchillo en la mano, pensé que era un psicópata o un terrorista que iba a empezar a apuñalar a la gente. No caí, de primeras, en que fuera un caso de violencia machista», recuerda.

«Yo estaba esperando a que mi hija mayor saliera de clase y tenía a la pequeña en el carrito. La verdad es que no lo pensé y me fui directo hacia él. Forcejeamos y nos revolcamos por el suelo, mientras la gente chillaba por el nerviosismo», relata el testigo, quien da gracias de haber practicado en el pasado artes marciales, una disciplina que le ayudó a poder parar al atacante.

«TENÍA PLANEADO MATARLA» / «Creo que él lo tenía todo planeado y pensado. Iba a matarla porque llevaba el arma de casa. Pasó todo muy rápido y en ese momento pensé en los míos, en toda la gente que estaba allí y actué sin pensar», afirma el estibador, quien considera que todos los ciudadanos deberían hacer lo mismo en una situación de riesgo de esta magnitud. «Seguramente, si varias personas nos enfrentáramos a los atacantes, conseguiríamos frenar muchas cosas que pasan», opina Pedro Castro, uno de los testigos que ayer declaró ante la jueza por este caso.