El pasado 26 de febrero, A.R.D., de 65 años y natural de Benassal, era detenida en su casa de la calle Amalio Gimeno de Castellón, tras apuñalar por la espalda a su marido, de 69, como informó entonces Mediterráneo en exclusiva. Ayer, la mujer se sentó en el banquillo de la Audiencia Provincial, acusada de un delito de intento de asesinato por el que la fiscal pide 14 años y medio de cárcel, además de otros diez de libertad vigilada con un alejamiento de 300 metros. La defensa, por su parte, aboga por una pena de tan solo tres años por un delito de lesiones agravadas.

Tres hijos del matrimonio declararon como testigos y dijeron que los cónyuges tenían una relación «muy fría» y que ellos habían sido testigos de «agresiones» y «discusiones» recurrentes durante su infancia. «He visto a mi padre empujarla durante muchos años y tenían problemas económicos porque él vivía como si tuvieran mucho dinero y tenían muchas deudas», indicaron. «De pequeño recuerdo alguna bofetada», dijo el mayor, aunque sus hermanas negaron golpes y solo hablaron de empujones.

La acusada reconoció durante su interrogatorio que apuñaló a su marido, pero dijo saberlo porque se lo habían contado muchas veces. «De ese día no recuerdo nada», se limitó a contestar A.R.D.. A preguntas de su letrada, alegó que al inicio de su matrimonio había sufrido «maltrato físico» y luego se convirtió en psicológico, con «insultos». «Yo tenía miedo de mi marido, de cómo pudiera reaccionar. Era celoso y no me dejaba ir a ningún sitio», relató la acusada, desvelando que intentó suicidarse al menos dos veces.

La víctima, que no ejerce acusación particular, dijo que el día de los hechos no habían discutido. Rechazó que hubiera maltratado a su mujer, pero la disculpó y renunció a indemnización alguna. Una vecina negó haber oído nunca discusiones ni golpes. Sí dijo que la acusada estaba «cansada» de las «humillaciones y el machismo» de su marido. El caso quedó visto para sentencia.

Los forenses: «Extraña que ella esté mejor en prisión que en su casa»

Los médicos forenses que se entrevistaron con la agresora confesa declararon como peritos ayer en el juicio y aseguraron que es extraño el hecho de que la acusada esté «mejor», «más feliz» y «tranquila» ahora que está entre rejas que antes de su privación de libertad. «Siendo una persona sin antecedentes y que cuenta ya con 65 años, sorprende la buena adaptación que ha tenido al medio carcelario, donde hace actividades y tiene buen trato con el resto de las reclusas», indicaron al tribunal.

Los médicos informaron a los magistrados de que, paradójicamente, la mujer se sentía «liberada» en la actualidad, pese a estar en prisión. Por lo que respecta a su estado mental, dijeron que es psicopatológicamente estable y que era consciente de lo que hacía.