Ana María Soler tiene 60 años, es funcionaria y cuenta con estudios de Enfermería y Fisioterapia Pediátrica. En su poder tenía un ático, una villa, un bajo comercial y vivía de forma desahogada. Si hace unos años le hubieran dicho a esta castellonense que iba a perderlo todo y se iba a ver en la calle no lo habría creído. Asegura haber sido víctima de una presunta estafa y acusa directamente a quien fuera su vecino en su casa de la calle Lepanto de la capital. Un hombre que, según el testimonio de la denunciante, se la cameló con supuestos engaños y acabó quitándole todas sus propiedades.

Según ha confirmado la representación letrada de la mujer, el Juzgado de Instrucción 5 de Castelló investiga un complejo caso que martiriza a Ana María, pues ella intenta demostrar que, pese a que autorizó los préstamos e hipotecas, lo hizo «engañada» y «en condiciones psicológicas malas».

«Yo tenía depresión, habían muerto mis padres y tenía una baja psiquiátrica. Un vecino que estaba alquilado en el tercero empezó a hacerse amigo de mi hijo y a acercarse a mí, a ofrecerme su cariño. Eso fue en el año 2013 o 2014 y se convirtió en mi sombra», recuerda la afectada.

NOMBRES FALSOS / La castellonense afirma que el presunto estafador le dio un nombre falso y que comenzó a fabular sobre su vida y circunstancias para, supuestamente, sacarle el dinero.

«Primero me dijo que él y su pareja habían adoptado a una niña. Al cabo de un tiempo, que ella había enfermado y que había ingresado en el Hospital La Fe. Iba haciendo la mentira cada vez más grande y me contó que iban a trasladarla a un centro médico de Milán y que necesitaban fondos», cuenta la denunciante, quien reconoce que accedió a pedir dinero a un prestamista y a poner como aval su ático.

«Él se las daba de abogado, parecía una persona culta y me llevaba a los notarios que quería. Yo confiaba en él ciegamente», lamenta ahora la víctima, quien lo describe como «un embaucador nato».

«Llegó un momento en que me dijo que la niña se había muerto y buscó otra excusa para seguir sacándome el dinero. Me explicó que tenía problemas económicos con una sociedad y volvió a emplear el mismo modus operandi. Buscó a otro prestamista y me hizo avalarlo con un local comercial», señala la mujer entre lágrimas. Ana María recuerda que, más tarde, este individuo empezó a llevarse los electrodomésticos de su casa y el coche, alegando que tenía un linfoma y que necesitaba dinero para tratamientos. «Ahora me doy cuenta de que estaba totalmente abducida y me da vergüenza», apunta.

«Un día me dijo que debía ingresar en la clínica Ruber de Madrid para sus cuidados y me pidió que me fuera allí con él. Cuando llegué, no había nadie con ese nombre. Me quería volver loca. Entonces me llamó y me dijo que lo habían trasladado a Sevilla y que viajara hacia allí. Sé que es difícil de comprender, pero tenía explicaciones y excusas para todo. Para cuando me presenté en Andalucía, ya no tenía nada. Me lo había quitado todo, hasta las tarjetas de crédito. Dejó de responder a mis llamadas y me vi sola, sin dinero y en la calle», cuenta la castellonense.

DENUNCIA // A su regreso a Castellón, contactó con un abogado a través de una amiga. Presentaron la correspondiente denuncia en el Decanato de los Juzgados de la capital. «Conseguimos que se dictara una orden de búsqueda y captura contra él, pero como nos había dado un nombre falso, la Policía no pudo encontrar nada y la causa se archivó provisionalmente. Estamos hablando de un estafador profesional, que desaparece del mapa y al que hay que seguir la pista», cuenta la acusación particular, que ahora ha pedido un exhorto para que se emita una nueva orden de búsqueda al averiguar un nombre que creen podría ser el verdadero del presunto estafador.

Todo apunta a que el susodicho podría haber operado con esta misma técnica y diversas identidades falsas también en otros territorios de España.