Jaque mate al violador. Fueron unas horas, pero Tomás Burgos, armado con una navaja, mantuvo en vilo a Castellón el pasado fin de semana. Seguía una estrategia para despistar a la policía: cambiarse de ropa en los cajeros cada vez que atacaba a una mujer y consiguió apuñalar a tres entre el viernes y el sábado. Todo un desafío para la Policía Nacional que, en apenas unas horas, lo detenía con pruebas fehacientes, acusándole, además, de coaccionar a otra mujer con gestos obscenos días antes. La eficiencia, una vez más, de la Policía Nacional, evitó que el también conocido como violador de la Diagonal (agredió sexualmente en 1977 a tres mujeres y en el 2001 a otra en Barcelona) esté ya, de nuevo, entre rejas.

LOS ATAQUES // Tomás Burgos llevaba días por Castellón, vagabundeando. Sus víctimas eran elegidas al azar. Tan solo era necesario cruzarse con él para convertirse en su objetivo. En la noche del 2 de agosto cometió el primer ataque: persiguió a una chica rumana de 36 años hasta la Puerta del Sol. Allí, tras pedirle un cigarro, se acercó a ella, a escasos centímetros, metiéndose las manos por debajo del pantalón, acosándola sexualmente. Cuando la chica gritó, se dio a la fuga.

El día 5, otra joven melillense, de 24 años, era abordaba a las 6 de la mañana en una parada de bus de la avenida Barcelona, frente al parque Ribalta. El agresor le exigió el dinero y, al no llevar nada, la apuñaló. Poco después, a las 9.00 horas, volvía a actuar, clavándole la navaja a una castellonense de 25 años en Segarra Vives. El delincuente huyó sin mediar palabra.

Fue tras este grave suceso cuando la Policía Nacional accionó un gran despligue de medios por la ciudad realizando, incluso, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Brigada Provincial de la Policía Judicial un retrato robot o perfil del agresor en base a las descripciones que realizaron las víctimas y que fue difundido a todas las fuerzas y cuerpos de seguridad.

Esa misma noche, la Policía Nacional observó a un individuo extraño en un cajero de la plaza del País Valencià. Su aspecto levantó sus sospechas. No obstante, su ropa no coincidía con la que indicaron las víctimas. Lo cachearon y le hicieron una foto. Poco después, Tomás Burgos volvía a hacer de las suyas: en Hermanos Bou apuñalaba a una mujer checa. Era el detonante. La Policía Nacional lo tenía claro: era él.

Volvieron al cajero a buscarle, pero ya estaba por la calle Trinidad. Se había cambiado de ropa, de nuevo. Pese a ello, siguieron sus pasos hasta un cajero de la Puerta del Sol, aguardando, con sigilo, a cada paso que daba. Tras atar bien todos los cabos, fue detenido.