Un alcorino de 54 años se sentó ayer martes en el banquillo de los acusados de la Sección Primera de la Audiencia Provincial para enfrentarse a 22 años de prisión por dos delitos de abusos sexuales continuados a menores.

La fiscal sostiene que el procesado aprovechó la relación de amistad que mantenía con la madre de las niñas, de nueve y diez años, para acercarse a ellas y realizarles tocamientos tanto en la casa de Almassora en la que vivía la familia, como en el despacho profesional del acusado en el 2016.

La vista se celebró ayer en ausencia de las dos víctimas y de la madre, que al parecer se encuentran en su Rumanía natal y no han podido ser localizadas, según pudo saber este periódico. La secretaria leyó, sin embargo, las declaraciones que las dos menores realizaron en sede judicial cuando comenzó la instrucción.

EL TESTIMONIO

«Me pedía que me tumbara en la cama y se ponía encima. Decía que no contara nada», dijo la mayor de las niñas en el juzgado en el 2016. «En su oficina me quitaba la ropa y me tocaba. Pasó por lo menos diez veces», declaró su hermana pequeña.

El hombre lo negó todo en su interrogatorio. Dijo que el relato era «rotundamente falso». Explicó que las dos menores pertenecían a una familia en riesgo de exclusión y que él tuvo que intervenir «por cuestiones técnicas» en uno de los inmuebles en los que vivieron, del que tuvo que «desahuciarlas» por impago.

Contó, asimismo, que a partir de ese momento conoció a varios miembros de la familia y que en alguna ocasión les había prestado dinero porque «por mi carácter me gusta ayudar y he colaborado con varias oenegés».

«Un día las llevé a comprar chucherías porque insistieron y pasamos por mi despacho un momento para recoger el correo, pero no pasó nada. Las niñas dicen eso en boca de su madre, estoy seguro», afirmó el procesado al tribunal. El acusado alegó también que padece una enfermedad llamada neuralgia del trigemino por la que, según el hombre y peritos contratados por él, «pierde deseo sexual y potencia». Una versión que corroboró su esposa.

La trabajadora social que interpuso la denuncia ante la Policía Nacional, tras recibir la alerta de la madre, declaró como testigo. «Un día vino la mujer muy alterada, llorando y gritando que un amigo en el que confiaba mucho había abusado de las niñas», aseguró la técnica. La trabajadora social afirmó que creyó en el testimonio de la madre, a la que «nunca antes había visto así» y decidió denunciar. El juicio quedó ayer visto para sentencia.