El atraco de película y con rehenes que hace un año mantuvo en vilo a Vinaròs será el próximo martes juzgado en la Audiencia de Castellón. Los dos protagonistas de esta rocambolesca historia, dos presos mutirreincidentes que justamente estaban en ese momento de permiso penitenciario, se enfrentan a 14 años de cárcel cada uno de ellos por los delitos de robo con violencia, detención ilegal y tenencia de armas.

El suceso ocurrió el 23 de febrero del 2016, a primera hora de la mañana. Los dos delincuentes, vecinos de Deltebre (Tarragona) y de 48 y 51 años, aparcaron su vehículo en doble fila en la calle San Francesc. Armados con una pistola simulada y un revólver descargado, irrumpieron en la sucursal bancaria de Caja Murcia, ubicada en la avenida País Valencià de Vinaròs, frente a la oficina de Correos. A partir de ese momento, todo ocurrió muy rápido.

Según se desprende del escrito de acusación del Ministerio Público, los asaltantes, encapuchados con bragas y gorras de manera que solo les quedaban visibles los ojos, gritaron: «¡Esto es un atraco!». Para, a continuación, manifestar: «Tranquilos, no pasará nada». Tras esto, uno de ellos se dirigió a uno de los empleados de la sucursal y exclamó: «¡Rápido, dadnos todo el dinero!». En ese instante, el atracador cogió un fajo de billetes de cinco euros, sumando un total de 520 euros.

Fue entonces cuando, empuñando las armas en todo momento y apuntando a los ocho rehenes --cinco trabajadores del banco y tres clientes--, los llevaron a todos hasta el despacho del director, con la intención de encerrarlos, pero no encontraron la llave. Asimismo, exigieron al personal que pusieran los teléfonos móviles sobre la mesa y les advirtieron de que no llamaran a la policía.

TODA LA CALLE BLINDADA // Lo que no imaginaban los atracadores es que en la oficina de Correos se habían percatado del atraco y algunos empleados ya habían dado aviso a la Guardia Civil y a la Policía Local, por lo que en cuestión de minutos la calle se vio blindada por los coches patrullas y agentes armados y preparados para actuar contra los asaltantes y salvar a todos los rehenes.

Cuando los delincuentes se percataron de que en la calle había movimiento policial espetaron: «¡Cabrones! ¡Habéis pulsado la alarma!». Entonces, para asegurarse la huida del banco, tomaron como rehén a uno de los empleados de la sucursal y lo utilizaron como escudo humano.

Así, salieron a la calle con el trabajador y mientras uno de los acusados lo encañonaba con la pistola, el otro apuntaba a los agentes que había desplegados, abriéndose paso hacia el pasaje Doctor Santos. Tras caminar unos 40 metros hacia una plaza de Vinaròs, se vieron acorralados. Los guardias civiles les exigieron en repetidas ocasiones que tiraran las armas, apuntándoles, hasta que así lo hicieron.