Estábamos durmiendo y oímos un ruido. De repente, se nos abalanzaron encima, nos ataron los pies y las manos y nos amordazaron». Así comenzaba ayer Josefa Beltrán, de 76 años y vecina de les Useres, el estremecedor relato del asalto que ella y su marido, Ramón Cuevas, de 79 años, sufrieron en su casa en el año 2011. Revivió la peor experiencia de su vida durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Castellón contra los tres hombres, de origen rumano, acusados de perpetrar el brutal robo con violencia al matrimonio, que estuvo maniatado y malherido en el suelo de su casa durante casi 20 horas, hasta que fue descubierto y auxiliado por su hija.

Se enfrentan a 27 años

Los procesados, que negaron ayer ser los autores de los hechos, se enfrentan a 27 años de prisión por los delitos de robo con violencia, detención ilegal y lesiones. La fiscal pide, además, que se apliquen las agravantes de alevosía, ensañamiento y disfraz, ya que llevaban pasamontañas y guantes.

Su identificación fue posible por los restos de ADN hallados en siete cigarrillos que había en un bancal cercano a la casa. Ellos, sin embargo, negaron haber perpetrado el asalto y dijeron que habían «fumado cigarros y porros en la zona con unas chicas».

«El trapo que me metieron en la boca me ahogaba y uno de ellos me dijo ‘Cállate o te mato’. A mi marido le pegaron mucho y le hicieron una maleza», explicó la mujer al tribunal, mientras recordaba que los asaltantes les decían: «Queremos más dinero». Ella y su marido no se resistieron. Les dieron los mil euros en efectivo que tenían en la mesita y estos se encargaron de «desvalijar» la vivienda y robar las joyas.

Ramón Cuevas no pudo declarar ayer. Según la forense, su comparecencia hubiera podido perjudicar su estado de salud, pues padece una avanzada demencia, delirios y una depresión postraumática por el asalto. Durante la sesión se leyó la declaración que el anciano hizo tras el robo. «Me cogieron por el cuello, me pegaron puñetazos y perdí el conocimiento», contó el hombre. Los asaltantes le rompieron seis costillas, le provocaron un neumotórax, contusiones pulmonares, un traumatismo abdominal y hematomas. Su esposa sufrió dos fracturas costales, policontusiones y secuelas ansioso-depresivas.

Los hechos sucedieron entre las 2.00 y las 3.00 horas del 9 de abril del 2011. Tras el asalto, los intrusos se marcharon, dejando al matrimonio herido y atado. «Cuando fui a casa de mis padres a las 21.00 horas, oí que pedían auxilio. La imagen de mi padre, ensangrentado en el suelo, me impactó muchísimo», relató la hija de la pareja. El juicio quedó ayer visto para sentencia.