Yo estaba muy bebida y me encontraba bastante mal. Él me tapó la boca y noté que no podía respirar. Me quedé en shock», declaró ayer la presunta víctima de un delito de abuso sexual que tuvo lugar en la localidad de Altura en abril del 2018, cuando la afectada tenía 16 años. La Audiencia Provincial celebró ayer el juicio por estos hechos y sentó en el banquillo al presunto autor, para quien la Fiscalía solicita una pena de diez años de prisión.

La denunciante recordó los hechos tras un parabán para evitar la confrontación visual con el supuesto agresor. «Estuvimos de fiesta aquella noche. Hicimos botellón y luego seguimos bebiendo en la discomóvil», comenzó a relatar la joven, quien repasó el grupo de amigos con quienes estaba aquella madrugada --entre ellos estaba el procesado--.

La chica contó que en un momento de la noche decidieron salir del polideportivo. «Salimos a la calle y yo estaba bastante mal. Vi que había una especie de casa abandonada, me metí dentro y me acosté. Él vino detrás y noté que me introducía algo y que se tocaba», explicó la adolescente, quien renunció a una posible indemnización económica. «Yo no quiero nada, solo quiero que esto se acabe ya», concluyó.

El acusado respondió con evasiavas a la mayoría de las preguntas. «No me acuerdo ahora mismo», «salimos de fiesta y no me acuerdo de más» y «el alcohol es muy malo» fueron algunas de sus contestaciones al intenso interrogatorio de la fiscal. A pesar de las lagunas que afirmó tener, sí dijo tajantemente: «Yo nunca haría eso», preguntado por los presuntos abusos sobre la menor. Reconoció que la chica estaba «ebria» y que «se tambaleaba» y no negó haberle tapado la boca y la nariz, aunque dijo que creía que fue para despertarla. El magistrado presidente le recordó que se jugaba diez años de prisión.

Tres amigos que estuvieron con víctima y procesado aquella noche fueron llamados a declarar como testigos. Incurrieron en contradicciones sobre la cantidad de alcohol ingerida aquella noche (unos dijeron que bastante y que hicieron botellón, mientras otros lo negaron) y también sobre el estado de la víctima --unos afirmaron que estaba mareada y mal, mientras que otros la acusaron de fingir la embriaguez--. Por lo que respecta a la posibilidad de que el acusado abusara de ella en la casa abandonada, todos dudaron del testimonio de la chica, hecho que provocó que la fiscal les preguntara si se habían puesto de acuerda acerca de qué declarar en el juicio.

Los forenses incidieron en que el relato de la víctima era «probablemente creíble» y que su capacidad de decisión «podría estar comprometida» por la ingesta de alcohol con reflejos perturbados y pérdida de control y coordinación.