Un niño de tres años falleció el lunes por la noche en Gijón tras atragantarse con una de las tradicionales uvas de Nochevieja en su domicilio, ubicado en el barrio del Natahoyo, según informaron fuentes municipales.

Después de que el pequeño no pudiera ingerir la uva, la familia, de origen ecuatoriano, avisó a la Policía Local, que se desplazó a la vivienda de inmediato y evacuó al menor al hospital de Jove, en Gijón. En el momento de los hechos, en la casa estaban celebrando el cambio de año la madre de la joven víctima, un tío, una abuela y un hermano mayor.

El niño llegó al centro sin respiración ni pulso, por lo que los reiterados intentos de reanimación por parte de los facultativos sanitarios resultaron infructuosos.

RIESGO DE AHOGAMIENTO // Varios estudios médicos aconsejan que los niños menores de cinco años no ingieran uvas enteras por el riesgo de ahogamiento. Sin embargo, la mayor parte de la población no es consciente de este peligro, advierten médicos británicos que han estudiado el caso a la agencia científica Sinc.

Los productos alimenticios están detrás de más de la mitad de casos de asfixia mortal en ese rango de edades. En concreto, las uvas constituyen la tercera causa más común en incidentes de ahogamiento por comida en el mundo, después de los perritos calientes y los caramelos.

Los expertos recuerdan que las vías respiratorias de los niños son pequeñas, no tienen todos sus dientes desarrollados para masticar correctamente, su reflejo de deglución aún es inmaduro y se distraen fácilmente. Todo eso les hace más proclives a ahogarse, concluyen desde la Sociedad Española de Otorrinolaringología.

Las uvas suelen ser más grandes que sus vías respiratorias. A diferencia de otros objetos pequeños y duros, como las nueces, su superficie les permite bloquear por completo la laringe y dificultan la extracción si no se tienen herramientas especiales.