Una mujer mató a su pareja --también mujer-- ayer de madrugada en el interior del domicilio que ambas compartían en el barrio del Raval de Barcelona. Los Mossos d’Esquadra detuvieron a la presunta asesina e investigan un crimen acontecido tras una fuerte discusión entre ambas.

Las peleas entre Ana --53 años-- y Pili --57 años-- eran frecuentes, según fuentes policiales. En el 2012, Pili llegó a presentar una denuncia por malos tratos. A pesar de aquel episodio, las dos mujeres, de nacionalidad española, seguían viviendo juntas.

Ayer de madrugada, Ana bajó al rellano de la primera planta de su bloque de viviendas y empezó a golpear los timbres de los vecinos. «¡La he matado!», gritaba. Antonio abrió la puerta y subió a la segunda planta para comprobar qué había ocurrido. Descubrió a Pili, «tendida boca abajo en el suelo del comedor» del domicilio de la pareja. La cogió en brazos y la sentó en el sofá. Pili respiraba «con dificultad» y Antonio pensó que estaría «roncando». En ese instante Ana volvió a entrar en casa. «Tranquila, está durmiendo», le dijo. Al terminar la frase, Antonio se fijó en el cuchillo que estaba en el suelo, manchado. «¿Y ese cuchillo?», le preguntó. «Es que la he apuñalado», insistió Ana. Antonio levantó la camisa de Pili y descubrió una herida, casi en el centro del pecho, justo en el corazón.

Cuando llegaron los Mossos, pocos minutos después, Pili ya había fallecido. La ambulancia del Sistema d’Emergències Mèdiques ni siquiera llegó a practicarle la reanimación, cuentan Antonio y su hermana, Asunción, que ayer declararon en la comisaría.

PELEAS FRECUENTES // Estos vecinos remarcan que las dos mantenían una turbulenta relación sentimental desde hacía unos 15 años. Las discusiones eran «casi diarias». A menudo con alcohol de por medio, según su relato.

Manuela y Serafín, vecinos del mismo bloque, recuerdan que hace 5 años vieron a Ana intimidando a Pili «con un cuchillo en la mano». También más o menos entonces, Serafín tuvo que intervenir en otra ocasión para arrancar de las manos de Ana un extintor con el que pretendía atacar a su novia. Incluso él recibió «amenazas de muerte» por parte de la homicida, que se «conoce bien las leyes». Si los agentes llamaban a su timbre, los desafiaba recordándoles que no podían poner los pies dentro de su casa. «Incluso los insultaba», explica Serafín, vicepresidente de la escalera. «Lo hemos denunciado a los Mossos, a la administradora de esta finca e incluso al Síndic de Greuges». La de Pili «era una muerte anunciada», sentencia Manuela.

Carmen, una mujer rumana madre de una niña de 5 años que recaló en este edificio huyendo de la violencia de su marido, es la que ha llamado a la policía más veces últimamente. El ruido de las peleas era tan fuerte que parecía proceder de la habitación de al lado. Y los gritos que llegaban eran: «¡te voy a matar!».

Pili, una cocinera de 57 años, era «chiquitita y muy delgada». Ana, en cambio, es «mucho más grande». Tan desiguales eran físicamente, que la hipótesis de que las riñas estuvieran igualadas se antoja «inconcebible» para toda la comunidad.