Tomás Burgos Domingo tiene un perfil criminológico muy definido por una tipología de agresor sexual violento. Sus continuas entradas y salidas de prisión no han servido para su reinserción y resocialización, recayendo al poco de salir del control penitenciario.

Este tipo de delincuente muestra unas características muy definidas: son maltratadores de su víctima y su agresión sexual quiere provocar sufrimiento y dolor en la mujer, castigándola también físicamente, aparte de las graves secuelas psicológicas que les deja.

Cuando con la edad --Tomás Burgos tiene 60 años-- o por enfermedad esta clase de agresores sexuales no puede cometer las violaciones con su físico, cambia el mismo por objetos punzantes y cortantes. Es por esto que el arma blanca se convierte, así, en una sustitución fálica y, en este sentido, vuelven, por tanto, a castigar a la mujer causándole daño físico.

En concreto, en el caso de Tomás Burgos, este perfil criminológico se reafirma en el mismo momento en el que, tras ser detenido por la Policía Nacional, se negó en rotundo a declarar. Y lo mismo ocurrió ante el juez de guardia, ante quien, incluso, negó ser el autor de los ataques. No obstante, por paradójico que resulte, sí que lanzó durante su arresto reiteradas amenazas hacia las mujeres llegando, incluso, a desafiar a la misma policía y a los jueces. De hecho, advirtió que en cuanto quedara en libertad, volvería a las andadas: "Me da igual que me metan en prisión porque cuando salga me cargaré o violaré a dos o tres mujeres o a las que hagan falta por putas y por zorras".

La clara falta de arrepentimiento de sus graves acciones criminales (fue condenado por violar a tres mujeres en 1977 y a otra en 2001) han servido de poco, tan solo como acción punitiva de privación de su libertad y movimientos. El sistema policial, judicial y penitenciario no ejerce sobre él ni tan siquiera una acción disuasoria, lo que queda demostrado en sus reiterados ataques sintiendo una necesidad imperante de volver a agredir a mujeres, a las que odia.