Naiara, la niña de ocho años asesinada en Sabiñánigo (Huesca) por su tío, fue objeto de torturas diversas a lo largo de 12 horas antes de que su agresor solicitara la ayuda de los servicios médicos.

Según informan a Efe fuente judiciales, la niña, en el momento de ser atendida por los equipos sanitarios, el pasado jueves, presentaba contusiones diversas por todo el cuerpo, señales de haber estado maniatada y además fuertes golpes en la cabeza.

También mostraba signos de haber sido obligada a estar de rodillas sobre pequeñas piedras para incrementar el dolor sufrido.

Todas estas lesiones, incluida una posible rotura de bazo, obligaron al traslado inmediato de la niña al Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde murió el viernes, día 7, a causa de la gravedad de algunas de sus heridas.

La importancia y características de las lesiones llevaron a los especialistas a poner en cuestión de forma inmediata la versión del presunto agresor, que relató que la pequeña se había caído por una escalera, y a denunciar que esta podía haber recibido una brutal paliza.

Las investigaciones tras su muerte apuntan a que la niña fue objeto de todo tipo de torturas entre las 3.00 de la madrugada y las 15.00 horas de la tarde del jueves, momento en que el sospechoso requirió la presencia de las emergencias médicas.

OTRAS DOS SOBRINAS // Su testimonio inicial quedó desvirtuado tanto por la gravedad de las lesiones como por el testimonio de sus otras dos sobrinas --con las que la pequeña convivía en la casa de su abuela, encargada de la custodia de las tres--, que narraron a la juez instructora del caso que su tío «tenía manía» a la niña y que por esta razón la maltrataba de forma brutal. El propio detenido confesó finalmente ante la instructora ser el responsable de las atrocidades sufridas por Naiara, tanto en esta ocasión como en otras anteriores.

Las fuentes citadas han explicado que la abuela, que se encargaba de la custodia de Naiara y de otras dos de sus nietas, «no veían mal» los castigos que se le infligían a la niña. Por esta razón, los servicios sociales del Gobierno aragonés han retirado a la abuela la custodia de sus dos nietas.