La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Castellón ha impuesto once años de prisión a un vecino de Vila-real, de 30 años y nacionalidad rumana, por abusos sexuales continuados a la hija de 12 años de su pareja sentimental. La Fiscalía pedía 15 inicialmente.

El ya condenado deberá, además, pagar una indemnización a la víctima de 12.000 euros por los daños morales ocasionados. Asimismo, el tribunal castellonense establece una orden de alejamiento que le impide comunicarse con la afectada por cualquier medio o acercarse a menos de 500 metros de ella durante los diez años posteriores a su salida de prisión.

Según declara probado la sentencia a la que ha tenido acceso Mediterráneo, entre los años 2018 y 2019 sometió a la pequeña a tocamientos, tuvo relaciones sexuales completas y utilizó, además, juguetes sexuales en sus prácticas.

El tribunal ha determinado que el sentenciado se aprovechó de que convivía con la menor y su madre desde hacía cinco años para satisfacer sus deseos libidinosos. Así, amedrentó a la niña y la amenazó con que la trataría mal si no accedía a tener relaciones íntimas con él. La afectada lo hizo por miedo, desarrollando a consecuencia de estos hechos sintomatología postraumática, baja autoestima, ansiedad y problemas en su desarrollo psicoafectivo.

Durante el juicio, celebrado a mediados de diciembre en la Ciudad de la Justicia de Castellón, el procesado se limitó a reconocer los hechos y a recordar, a preguntas de su abogada, que había consignado unos 1.100 euros para la víctima antes del inicio de la vista.

La pequeña, por su parte, declaró a puerta cerrada a petición de la acusación, por lo que nada trascendió de su declaración.

En el juicio declaró también como testigo la madre de la niña y expareja del acusado, quien dijo haber mantenido una relación de cinco años con el hombre. «Él pasaba tiempo a solas con la niña, la duchaba cuando era pequeña y ella le llamaba a él papá», afirmó la mujer, quien dijo no haberse dado cuenta de lo sucedido hasta que la pequeña se lo confesó. «Yo no sospechaba», relató al tribunal.

A preguntas de la defensa, la madre dijo que su hija había sufrido «violencia», «amenazas» y «castigos» por parte del procesado.

Por su parte, los médicos del Hospital de la Plana de Vila-real que reconocieron a la menor apreciaron sospechas de agresión sexual y también una enfermedad de transmisión sexual que tenían tanto ella como el condenado.

Contra la sentencia de la Audiencia cabe recurso ante el Tribunal Superior de Justicia.