El hombre de 59 años y origen mexicano condenado por abusar sexualmente de su hija de nueve en un chiringuito de la playa del Grau de Castelló pasará definitivamente cuatro años en prisión tras rechazar el Tribunal Supremo el último recurso del procesado. El alto tribunal de Madrid ratifica, así, la pena que le impuso la Audiencia Provincial a finales del 2018 y que confirmó, más tarde, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat (TSJCV).

Esenciales para su condena han resultado los testimonios de los dos camareros que vieron tocamientos a la niña y avisaron rápidamente al 091. Los magistrados consideraron que su relato de los hechos era creíble y que habían mantenido un testimonio persistente en el tiempo.

Con la terraza llena de clientes y con los empleados como testigos de los hechos, el padre abusó de la menor en julio del 2017 en una hamaca en la que se habían tumbado y fueron los trabajadores del local quienes, alertados por la conducta sexual del hombre, dieron la voz de alarma.

El progenitor tocó los muslos a la niña, sus partes íntimas, le levantó el biquini y le besó el abdomen, tal y como declara probado la sentencia de la Audiencia a la que tuvo acceso Mediterráneo.

«Hacía tocamientos a la niña mientras estaban tumbados en una hamaca del bar y delante de toda la playa. Le bajaba la parte inferior del biquini. Era una relación sexual», dijo uno de los testigos, muy convencido de las intenciones del adulto. «No era un hecho normal. Le estaba metiendo mano y la niña no se inmutaba. Parecía algo habitual. Así que llamé a un compañero mío y le pregunté si él veía lo mismo que yo», declaró uno de los trabajadores, quien incidió además en que el acusado «se dio cuenta» de que lo estaban «mirando y se marchó rápido y sin pagar». El empleado dijo al tribunal durante el juicio estar seguro de lo que vio. «Este es un tema serio. Pedí opinión a mi compañero porque no quería equivocarme», sentenció.

ÉL LO NEGÓ TODO / El acusado lo negó todo. «A mi hija no la he tocado nunca», juró. «Puede que le quitara la tierra» y la «sacudiera», sin admitir tocamiento alguno.

La niña, por su parte, tampoco admitió los abusos. La madre de la menor también fue llamada como testigo del juicio. Apuntó que no quería que la niña fuera con el padre porque este «bebía» y había sido «alcohólico». Sin embargo, afirmó que no lo creía «capaz» de abusar de su hija.

El condenado recurrió en distintas instancias la condena y alegó que la pena se sustentaba solo en el testimonio de los testigos. Sin embargo, los distintos tribunales los ven «creíbles» y han ratificado la prisión para él.