El joven de 24 años, vecino de la Vall d’Uixó, que en el 2014 atacó brutalmente a una mujer con una maza cuando ambos paseaban por Moncofa, pasará, como máximo, cinco años interno en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Provincial. Así lo ha considerado el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial, que lo ha absuelto del delito de homicidio en grado de tentativa por su delicado estado mental y ha acordado que el agresor, que lleva desde su detención en prisión provisional, abandone la cárcel y reciba en el centro el tratamiento médico-psiquiátrico más adecuado para su situación.

Y es que, tal y como explican los magistrados en la sentencia, a la que ha tenido acceso Mediterráneo, concurren la eximente incompleta de alteración psíquica y la atenuante de reparación parcial del daño, al haber abonado el procesado parte de la indemnización antes del juicio. El procesado deberá pagar, en total, 83.100 euros a la mujer, en concepto de indemnización, y hacerse cargo de las costas procesales, ascendiendo la cifra a la que debe hacer frente a 95.370 euros.

Las posturas acerca de este caso fueron absolutamente dispares desde el inicio. Y es que, mientras la Fiscalía pedía el internamiento del joven, por un tiempo no superior a 10 años, la acusación particular solicitaba 12 años de prisión. Por su parte, la defensa abogaba por un tratamiento psicológico en régimen abierto.

El tribunal ha considerado probado, tal y como relataron varios testigos durante el juicio, que el joven se cruzó con la víctima en la calle Peruga de Moncofa y, apenas sin mediar palabra, la emprendió a golpes con ella, armado con una maza de plástico que cogió de la carnicería de sus padres. “Le propinó múltiples golpes en la cabeza con el propósito de causarle la muerte”, concluyen los magistrados, mientras la afectada trataba de pedir auxilio y cubrirse la cabeza con un brazo.

El ataque fue interrumpido por un valiente vecino, que le arrebató el arma, lo persiguió y retuvo al joven hasta la llegada de la Guardia Civil.

La víctima sufrió un traumatismo craneoencefálico, diversas heridas en el cuero cabelludo, varias fracturas en una mano y las costillas. La sentencia estima que el agresor actuó “con sus facultades volitivas e intelectivas totalmente anuladas, al hallarse bajo un transtorno de ideas delirantes de tipo persecutorio, que anulaba su capacidad para comprender su conducta”. El joven dijo arrepentirse durante el juicio y reconoció que “perdí el control”. H