Los rehenes del atraco a la sucursal de Cajamar en Sant Mateu --cometido en junio del 2016-- han acudido al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Vinaròs para declarar sobre el asalto, durante el que fueron encañonados y amenazados de muerte. Las víctimas han ratificado sus declaraciones, recordando los hechos por los que cuatro individuos --tres de ellos hermanos y un amigo-- fueron detenidos en noviembre del año pasado en una operación conjunta de la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional, bajo el nombre Gancho-Manteca.

Según han confirmado fuentes judiciales, a pesar del amplio y sanguinario historial delictivo de los autores del golpe --que también cometieron otro atraco en la Pobla Tornesa-- ya han salido de prisión provisional y se encuentran en libertad con cargos.

Cabe recordar, que entre los antecedentes de la banda, consta un homicidio del año 1982, cuando durante un atraco a una entidad de València acabaron con la vida del director de la oficina.

Los arrestados por los atracos, de nacionalidad española y de entre 40 y 62 años, pertenecían a la «vieja escuela» tal y como reconoció el capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Castellón en una rueda de prensa. Según explicó en su día, los atracadores accedían armados con pistolas a las sucursales y tapando sus rostros con pañuelos y sombreros. En el caso de Sant Mateu, a uno de los autores del robo se le cayó el pañuelo y dejó al descubierto su rostro.

Además de los dos atracos de la provincia, los agentes los responsabilizaron de otros seis por todo el territorio nacional. Finalmente, fueron detenidos en Pozocañada (Albacete), justo antes de perpetrar un noveno atraco a una oficina de Tobarra.

En el caso concreto de Sant Mateu, accedieron al banco esgrimiendo dos pistolas y ordenaron al interventor del banco que les diera todo el efectivo del que dispusieran. «Solo queremos el dinero. Que nadie se haga el héroe y no pasará nada», dijo uno de los atracadores dentro de las instalaciones, tal y como publicó en exclusiva Mediterráneo. El mismo hombre, advirtió, sin embargo, a las víctimas del atraco de que si alguien se rebelaba saldrían «pegando tiros» de la sucursal.

Los atracadores no los amordazaron ni les hicieron tirarse al suelo. Simplemente, les mostraron las armas y, en cuestión de cinco o seis minutos, se llevaron el dinero y huyeron de la sucursal. Los autores del robo huyeron a pie, con la plaza Mayor llena de gente, y ya en las afueras se subieron al coche de otro compinche.

El caso se encuentra todavía en fase de instrucción en el Juzgado de Instrucción 4 en Vinaròs.