Nuevo revés judicial para los asesinos del Eurosol, que agotan sus cartuchos para eludir la pena de prisión a la que fueron condenados por la Audiencia Provincial de Castellón, el Tribunal Superior de Justicia y el Supremo. Gigi Bogdam Lungu y Ion Victor Petrescu mataron a tiros a un joven de 21 años en plena calle --a la altura de los apartamentos Tres Carabelas, en Benicàssim-- y huyeron de la escena del crimen. Era el año 2000. La Guardia Civil les siguió la pista por media Europa y logró detenerlos 14 años después, sentándolos en el banquillo de los acusados y condenándolos la justicia castellonenses a cinco años y medio de prisión.

Tras recurrir ante el TSJCV y el Supremo y ser rechazadas ambas apelaciones, las defensas de los sentenciados pidieron que la pena de cárcel les fuera conmutada por la expulsión del país. Una petición que tanto la Audiencia Provincial de Castellón, como el alto tribunal valenciano, han denegado a Bogdam y Petrescu, de origen rumano y residentes durante años en Italia tras el crimen.

La sentencia que los condenó en diciembre del 2016 (ratificada posteriormente en dos ocasiones) declara probado que ambos salieron a pasear junto a la víctima, Iulian Postolache, la noche del 8 de noviembre de hace 18 años. Con la intención de acabar con la vida de la víctima, Bogdam sacó una pistola semiautomática de calibre 9 milímetros y efectuó varios disparos. «Uno de ellos impactó contra la manga de Postolache, aunque no en su cuerpo. Un segundo tiro le dio en la región precordial, atravesándole la aorta por encima del corazón», señala el documento judicial.

La víctima cayó al suelo, fulminada, y murió en la avenida Ferrandis Salvador. Bogdam actuó, según el magistrado ponente, con la anuencia y el consentimiento de Petrescu por desavenencias que existían con el fallecido, por lo que el segundo acusado fue considerado coautor.

Aunque los dos procesados negaron tajantemente haber matado a su compatriota y señalaron durante el juicio oral a un encapuchado como autor de los disparos mortales, los restos de bario, plomo y antimonio hallados en la mano izquierda de Gigi Bogdam Lungu convencieron al tribunal del jurado de que él era quien había tiroteado a la víctima. Por ello, el jurado popular declaró culpables por unanimidad a los dos acusados.

La Guardia Civil reabrió en el 2010 el caso, que no se había resuelto tras una primera investigación. De hecho, los dos condenados fueron interrogados tras la muerte de su compatriota y descartados como sospechosos. Catorce años después, el equipo de Homicidios quiso reabrir el caso y consiguió resolverlo.