Sin coincidencias genéticas. Así se encuentra el caso del bebé hallado muerto hace casi dos años en la planta de residuos de Onda. La Policía Judicial de la Guardia Civil no se rinde y continúa la búsqueda de la madre de la neonata, cuyo cuerpo fue hallado por una empleada en una cinta transportadora de la planmta de residuos Reciplasa, ubicada en la partida Regall de l’Avellar, el 16 de marzo del 2018.

Según ha podido saber Mediterráneo, se han efectuado más de 20 comparaciones con posibles candidatas, pero todas ellas han dado un resultado negativo.

La investigación se antojó, desde el principio, muy complicada para la Benemérita. Y es que el bebé apareció en un punto del proceso en el que los residuos ya son comunes, procedentes de los 47 municipios de la provincia a los que presta servicio la empresa --desde Castellón a Vistabella, pasando por grandes municipios como Almassora, Vila-real, Burriana, Onda, l’Alcora o Benicàssim--. Sin embargo, los especialistas del instituto armado no cierran, ni mucho menos, el caso.

El macabro hallazgo del cadáver del bebé de Onda tuvo lugar sobre las 18.00 horas de un viernes. Los empleados vieron un bulto sospechoso e, inicialmente, creyeron que pudiera tratarse de un muñeco. Detuvieron la cinta y confirmaron que se trataba de un recién nacido que parecía estar muerto, por lo que avisaron rápidamente al cuartel de la Guardia Civil de Onda.

Al lugar también acudieron medios sanitarios, que confirmaron el fallecimiento del recién nacido. Algunos de los trabajadores testigos del suceso fueron atendidos por el shock experimentado.

El suceso se encuentra registrado en la base de datos y susceptible de cruces genéticos a la aparición de nuevas sospechosas.

Cabe recordar que en diciembre del 2018 un escritor madrileño, residente en Castelló, fue detenido, precisamente, por el crimen de su examante embarazada 37 años atrás gracias a los avances tecnológicos. En 1999 aparecieron enterrados en una finca de Sant Salvador de Guardiola (Barcelona) los restos de una mujer embarazada de cinco meses, con una bala en la cabeza y un golpe en la mandíbula.

La víctima había sido asesinada en 1981, pero no sería hasta el año 2017 cuando una hermana de la desaparecida se personó en una comisaría para denunciar que llevaba 36 años sin saber nada de ella. Al tomar una muestra de ADN de la familiar y cotejarla los restos óseos encontrados, las muestras coincidieron. Fue la hermana de la víctima quien contó a los agentes que la chica había tenido una relación con un hombre casado, el que ahora está acusado de su muerte.