Un vecino de la Vall d’Uixó, José Mario M. N., de 49 años, deberá entrar en la cárcel en breve por abusar sexualmente de un menor de edad, de 13 años, (pero con una edad mental de 7 a 8 años), en los años 2012 y 2013, cuando ambos mantenían una relación de amistad y después de noviazgo y sexual tras contactar a través de la red social Facebook.

Los magistrados de la Sección Primera de la Audiencia de Castellón --Esteban Solaz, Pedro Garrido y Aurora de Diego-- también le imponen una prohibición de aproximarse al joven --que ahora cuenta ya con 18 años-- tanto a su domicilio como cualquier zona frecuentada por el mismo o comunicarse con él durante cinco años. Además, deberá de abonarle en concepto de indemnización la cantidad de 1.000 euros, ya que según el tribunal el chico no presenta secuelas ni sintomatología asociada a los abusos sexuales.

FACEBOOK Y SKYPE // Los hechos se remontan al año 2012 cuando el ahora condenado y la víctima se acaban de conocer por Facebook. Ambos, como se detalló en el juicio, congeniaron bien por sus gustos y aficiones, así como por su orientación sexual. Por este motivo, solían quedar y hablar a través de la aplicación Skype con regularidad tanto por la Vall d’Uixó como por el pequeño municipio donde vivía el menor.

No obstante, al acusado, que entonces tenía 44 años, no le importó la gran diferencia de edad que había entre ellos en aquel momento. El propio fiscal, Carlos Sarmiento, aseveró en la vista, alarmado y enfadado, refiriéndose a este extremo que se llevaban «un porrón de años». Así, por insistencia del menor, según las versiones y el fallo judicial, mantuvieron al menos tres encuentros sexuales concretos en la casa del procesado.

LOS PADRES // Los padres del niño, al que ya le habían realizado varias pruebas psicológicas por su bajo rendimiento escolar y se determinó que sufría retraso mental moderado, no sabían nada de esta relación sexual. Un día el padre revisando el teléfono móvil del chico vio algo extraño y enfurecido se lo quitó por la fuerza y se lo rompió. Pese a ello, y pese a que el niño siempre lo negaba todo --como declaró el progenitor en el juicio--, el acusado le proporcionó al adolescente otra tarjeta para poder seguir estando en contacto y seguir, así, manteniendo los encuentros sexuales.

Un día el compañero de piso del procesado acudió a una comisaría de policía a denunciar que su amigo se estaba citando con un menor, al que veía entrar y salir de la casa y contó que tenían relaciones. También dio la voz de alarma el monitor de un campamento de verano al que acudió el chico y que observó que este estaba altamente «sexualizado» por lo que puso a disposición un psicólogo a quien el niño contó que tenía un novio de 44 años con quien mantenía relaciones sexuales. Tras esto, se pusieron rápidamente en contacto con los padres para que lo denunciaran.