Avelino Heredia Vargas (El Nino), el vecino de Nules cuyo cadáver apareció el pasado domingo en su casa, devorado en parte por los dos perros con los que convivía, era un hombre muy popular en la localidad, con una serie de problemas conocidos y una vida marcada por la tristeza.

Su fallecimiento ha despertado cierta lástima entre muchos de sus vecinos. Por una parte, por las circunstancias en las que se produjo su óbito --en completa soledad-- y porque los únicos seres con los que compartía su hogar acabaron alimentándose de su cuerpo tras muchos días sin que nadie fuera consciente de su fatal desenlace.

No se le conocía un trabajo fijo. Ayudaba esporádicamente en una chatarrería del municipio, pero, según ha podido saber Mediterráneo, no era nada estable.

Fuentes consultadas confirman que era un hombre independiente, que no había acudido al Ayuntamiento a pedir ayudas de ningún tipo y que los problemas de alcoholismo de El Nino eran conocidos por todos. Aun así, «nunca había tenido conflictos de orden público», relatan a este diario.

Tanto es así que se le consideraba uno de esos personajes populares, con una vida particular y azarosa, que nunca había protagonizado ningún altercado y que, por lo tanto, no resultaba preocupante ni para sus vecinos ni para las autoridades municipales.

No fueron pocas las ocasiones en las que los agentes de la Policía Local le atendieron en la calle, cuando evidenciaba su abuso del alcohol, acompañándolo los policías a recibir asistencia médica o incluso a su domicilio, para garantizar su bienestar.

En cualquier caso, fuentes policiales inciden en que «últimamente no se le veía mucho por la calle». Avelino residía hasta hace un tiempo con su madre --ya fallecida--, quien se preocupaba por que estuviera en las mejores condiciones posibles. Las personas consultadas aseguran que desde su fallecimiento hace algunos años la vida de este vecino experimentó un cambio. También había perdido a un hermano por enfermedad.

Sin noticias suyas.

Hacía tiempo que sus familiares no tenían noticias suyas, aunque no era extraño que deambulara sin informar sobre sus movimientos. Según pudo saber este periódico, fueron los vecinos los que los alertaron porque «los perros ladraban mucho». Una de sus hermanas acudió a la Policía Local, que se personó en el domicilio, donde encontraron el cadáver.

A pesar de que fuentes próximas al caso confirmaron que el cuerpo presentaba mordeduras en cara y piernas, que evidenciarían que los dos perros con los que convivía habrían empezado a alimentarse de su cuerpo en descomposición, personas próximas a la familia afirmaban ayer que solo presentaba mordeduras en una mejilla, ya que llevaba días fallecido.