La alumna ha contado siempre la verdad”. La Universitat Jaume I otorga credibilidad absoluta a la estudiante que en el 2014 denunció ante el Rectorado el tocamiento que un profesor, suspendido de empleo y sueldo durante tres meses tras la queja, le había realizado durante una tutoría.

“Ese gesto no fue involuntario”, afirmó ayer la letrada de la universidad durante el juicio que tuvo lugar en el Juzgado de lo Social número 1 de Castellón. Y es que el acusado de acoso escolar y sancionado con una falta muy grave por parte de la Jaume I recurrió la decisión de la UJI y solicitó que un juzgado la revisara.

La estudiante afectada revivió ayer lo sucedido en el despacho del docente hace ahora dos años. “Me estaba explicando una cosa de clase. Yo no podía ver su portátil y, en vez de darle la vuelta, me pidió que me colocara junto a él. Me puso la mano en la cadera y fue bajando hasta que me tocó el trasero durante varios segundos”, relató la joven, quien reconoció que se quedó “petrificada”.

A continuación, el profesor, según sostiene la alumna de la UJI, “se apoyó sobre la mesa, a la altura de mi bragueta y me rozó mis partes con la cara exterior de la mano”, explicó al tribunal la denunciante, quien salió del despacho “con un ataque de ansiedad”, se puso a llorar y llamó a sus padres tras lo ocurrido.

La madre de la joven, que ejerce la medicina, aseguró que había proporcionado tratamiento y medicación a su hija por padecer “ansiedad” y “pesadillas” como consecuencia de lo sucedido.

El director del departamento al que pertenece el docente también declaró en el juicio. “Nunca antes había dado crédito a los rumores sobre este profesor”, aseveró, reconociendo que, con anterioridad, se había hablado sobre otros posibles casos que no transcendieron al no elevar queja las alumnas. El director negó la animadversión de la que el profesor lo acusa.

El juicio quedó visto para sentencia y el magistrado deberá decidir si da la razón a la UJI o si, por el contrario, el docente recibe los tres meses de sueldo retirado. H