El futuro de la tele se ve muy bien. Al alud de producciones (algunas excelentes) que se pueden disfrutar hoy en día, se suma la calidad con la que se transmiten. Y es que la tecnología está permitiendo a los televisores ofrecer una definición de cine. Ahora nadie concibe la tele si no es alta definición (HD). Pero la incipiente inclusión de la ultra alta definición (UHD), también conocida como 4K, está empezando a hacer sombra a la HD (cuadruplica su definición), antes de que esta se implante definitivamente. Pero esta es una carrera desenfrenada: apenas están haciendo sus pinitos las emisiones en 4K (por satélite e internet), y demostrando sus posibilidaes en el Mundial de Rusia de hace apenas un mes, y ya nos avisan de que el 8K se puede otear en un futuro no muy lejano. De momento, las pruebas del 8K, en las que se ha multiplicado por 16 la definición de la HD, ya se han hecho. Y, por lo visto, satisfactoriamente.

Al margen de la complejísima tecnología que se requiere para transmitir en 8K, el motor de toda revolución está en el consumidor. Y este punto es quizás el que puede hacer más lenta la introducción de esta opción. «A día de hoy, con los tamaños de pantalla habituales en los hogares y en las tiendas, hablar de 8K es honestamente algo aún lejano», afirma Tom Christophory, General Manager, Video & IP Technology de la empresa de satélites SES.

Sin embargo, si los tamaños de pantalla superan la barrera de las 100 pulgadas, algo que puede suceder en el futuro, la televisión con una resolución superior a 4K comenzará a tener sentido. ¿Cuándo podría ser eso? Por ahora, la industria piensa que esto sucederá entre 2022 y 2025».

Las pruebas demuestran que el 8K es factible, pero el directivo remarca que faltan decodificadores 8K Ultra HD, pantallas más económicas y, obviamente, más producción de contenido».