Antena 3 estrena hoy la segunda y definitiva temporada de La casa de papel (22.40 horas), una de las series recientes que ha sido más alabada por la crítica y por las redes sociales. Aunque los nueve capítulos emitidos se han movido en los audímetros por unas cifras tan solo estimables, con una media del 16,6% y 2,7 millones de espectadores, la cadena de Planeta se ha embolsado unos buenos réditos de prestigio con la historia de este atraco trepidante, aparte de algún que otro premio.

La ficción acabó en todo lo alto su primera entrega, lo que garantiza el interés de sus seguidores por conocer el desenlace final del robo en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Los seis episodios de esta segunda temporada arrancan con la difícil situación de El Profesor y de su banda tras el descubrimiento por la policía de la casa de campo donde, durante cinco meses, planearon el golpe. La policía científica tiene trabajo para unos días entre huellas y restos de ADN. Y especialmente Alberto, el exmarido de Raquel, que se va a convertir en una pieza clave para descubrir la identidad de los atracadores.

Pero para que los dos agentes puedan trabajar juntos tendrán que saltarse la orden de alejamiento decretada por el juez. Raquel juntará también a su exmarido con El Profesor, lo que derivará en una auténtica pelea de gallos.

Mientras sucede todo esto, en el interior de la Fábrica de Moneda los rehenes trabajan afanosos contando y empaquetando billetes con la esperanza de recibir un millón de euros cuando el robo haya acabado. Pero es un estado de calma solo en apariencia, porque los atracadores están nerviosos: su jefe lleva muchas horas sin contactar con ellos y empiezan a pensar que se han quedado solos. El hecho de que aparezca en las imágenes de los informativos rodeado de policías en la finca de Toledo no va a tranquilizarles. Al revés, originará un motín que está a punto de acabar con Berlín.

Alba Flores, que interpreta el personaje de Nairobi, adelanta que «para ser una serie de acción, va a ser un final muy emocional». Con cuidado de no destripar el desenlace, que «va a ser lacrimógeno». «Recuerdo el final y se me encoge el corazón: parábamos las secuencias y nos echábamos a llorar», confiesa antes de desvelar la clave de estos capítulos: «Vamos a ver a los personajes con los que ha empatizado el espectador, diciendo adiós al plan de sus vidas».