En los tiempos que corren, en los que el consumo televisivo está marcado por las plataformas de streaming que lanzan su oferta para que el público pueda devorarla del tirón, cuesta pensar en una serie que haga que todo el mundo hable de ella a la mañana siguiente de la emisión de cada episodio. O que obligue al ávido seguidor a estar al día para no ser víctima de los indeseados spoilers. O peor aún: que le fuerce a trasnochar porque no se emite hasta las tantas de la madrugada, en paralelo con EEUU, y no quiere tener que poner cara de póquer cuando le pidan su opinión sobre el último capítulo. Pregúntele a cualquiera y solo le dirá un nombre: Juego de tronos.

La serie en mayúsculas de la última década (echó a andar en el 2011) que, tras más de un año y medio de sequía para sus millones y millones de fans, regresa esta noche (a las tres de la madrugada hora española) a HBO y Movistar+ para empezar a desvelar cuál será el destino que le espera a los habitantes de los Siete Reinos con el estreno de su octava temporada, que será la última.

SERIE DE CULTO // La presión para sus creadores y showrunners, David Benioff y D. B. Weiss, debe de ser considerable, recordando la controversia que generaron los finales de otras ficciones que alcanzaron la categoría de culto, como Perdidos y Los Soprano. Pero para ello llevan años demostrando que son unos expertos a la hora de manejar la tensión narrativa (con unos finales de temporada que han dejado con ganas de más) y saber aderezarla con escenas de sexo y espectaculares efectos visuales; desde los vistosos planos con dragones y caminantes blancos de por medio a batallas tan fastuosas como la del Aguasnegras y la de los Bastardos.

Seis episodios pondrán hasta el 19 de mayo, fecha de la emisión del último capítulo, el broche a Juego de tronos, en un desenlace que tiene que dirimir quién ocupará definitivamente el codiciado Trono de Hierro, que ha provocado tantas traiciones, engaños y muertes en Poniente. Aunque antes sus habitantes tendrán que vérselas con el ejército de caminantes --que en el final de la séptima temporada acababa de traspasar el Muro-- y sobreponerse a ese temible invierno que ya está aquí y que puede dejar a la audiencia también congelada.

Sea satisfactorio o no su cierre, el adiós de la serie dejará huérfanos a millones de fans que, sin embargo, podrán seguir disfrutando de un universo que genera 1.000 millones de dólares al año de beneficios en franquicias y royalties, y que ha sido todo un catalizador del turismo en los parajes en los que se ha rodado, como Irlanda del Norte, Croacia, Malta, Islandia, Marruecos y España.