En esta miniserie de característica métrica y metraje británico -cuatro episodios de 45 minutos cada uno- importa más aquello que sale a la luz en una apacible y pequeña localidad escocesa, que la resolución de la intriga planteada desde el primer momento. Como en los libros de John Cheever, los lienzos de Edward Hopper y las películas y series de David Lynch, debajo de una superficie pulida y tranquila puede anidar si no el mal, si la perversión. De eso habla 'El incendio'.

En la primera secuencia, a modo de prólogo, vemos alternadas imágenes del interior calcinado de una casa y un coche que corre por una serpenteante carretera de montaña hasta estrellarse con un muro de contención. En la posterior secuencia, ya en la pequeña localidad donde aparentemente nunca ha pasado nada anómalo, unos niños vitorean alegres a los participantes en una competición ciclista, las mujeres y hombres ondean pequeñas banderas, después hay música y baile en el granero y una comida popular.

Pero estos planos casi edénicos de una colectividad feliz se ven puntuados por los del interior de la sala de autopsias de un hospital. Lo que vemos de forma fragmentada en esa sala es, cronológicamente, posterior a la fiesta local. En medio, un devastador incendio en casa de una de las dos parejas protagonistas, la formada por el médico Tom y la maestra Kate. Tom queda en estado de coma. Kate y las tres hijas de la pareja fallecen. Hay en esta secuencia una imagen muy inquietante: cuando Steve, sargento de policía y amigo íntimo de la pareja, camina entre el humo y las llamas para salvarlos, encuentra la habitación de las niñas cerrada por fuera con un candado. A partir de aquí se alternan los recuerdos del pasado con la investigación llevada a cabo por la policía sobre los trágicos acontecimientos. El relato, urdido por la guionista Daisy Coulan y la realizadora Lynsey Miller, va plegándose sobre sí mismo para que el espectador saque poco a poco sus propias conclusiones a partir de lo que se nos evoca del pasado -en especial centrado en las relaciones entre Kate, Tom, Steve y su pareja, Jess- y los descubrimientos en la investigación criminal. El drama se ramifica también en cómo afectan los hechos en los hijos pequeños de Steve o en la madre de Tom, representación de la inocencia desde la niñez hasta la edad otoñal.

'El incendio' presenta una evolución limpia, casi cristalina, de los hechos, y cose con solidez la peripecia policial con los diferentes traumas familiares que van aflorando. Algunos personajes están mejor desarrollados que otros. Es el caso de Tom, epicentro de todo el misterio, a quien David Tennant (el Doctor Who en tres temporadas de esta longeva serie) otorga la necesaria dosis de ambivalencia. Hace poco vimos a Tennant en uno de los largos episodios centrados en un interrogatorio policial de la serie 'Criminal'. Aquí se repite la misma situación y la expresión de Tennant, así como su lacónico "sin comentarios" dirigido a los interrogadores, es exactamente la misma.