Tel- Aviv ha multiplicado de forma exponencial, esta última semana, su imagen de ciudad cool reforzando el dicho «Jerusalén reza, Haifa trabaja y Tel-Aviv se divierte». El ayuntamiento y todo el país han concentrado sus energías para que la pequeña ciudad costera, de 450.000 habitantes, se mostrara más moderna, abierta y alegre que nunca con motivo del Festival de Eurovisión.

«No hay otro acontecimiento que pueda darle tanta publicidad en un tiempo tan corto a una ciudad pequeña como Tel Aviv», opina Eytan Schwartz, responsable de Tel Aviv Global, una iniciativa del ayuntamiento para mejorar el posicionamiento de la ciudad.

«Eurovisión es una oportunidad para mostrar que podemos competir como sede de eventos de gran escala», dice Schwartz.

VALORES // Uno de los motivos para que se escogiera a Tel Aviv como sede del festival en Israel por encima de Jerusalén es que «representa los valores de Eurovisión: es una ciudad enérgica y divertida, que cree en la democracia y el pluralismo, celebra el arte y la cultura, es para todas las minorías y tiene una enorme comunidad LGTBI», señala Schwartz.

El festival tendría que haberse celebrado en Jerusalén porque para Israel es su capital, aunque la mayoría del planeta no la reconozca como tal porque, según la ley internacional, los israelís ocupan su parte este, la que los palestinos quieren como capital de su futuro Estado. Las dos veces que Israel acogió Eurovisión anteriormente --unque ganó tres-- se celebró en la ciudad santa, pero en esta ocasión podía suponer más problemas que ventajas.

Los judíos ultraortodoxos habían mostrado su descontento porque los ensayos del viernes y del sábado eran en shabat --jornada de descanso judía-- y amenazaban con protestar.

Los activistas antiocupación de los territorios palestinos han hecho algo de ruido mediático con sus protestas. El festival ha supuesto un gran despliegue de seguridad. No obstante, el país no ha hecho un gran desembolso. Según medios locales, el Estado ha destinado a Eurovisión unos 37 millones de dólares.

Las autoridades están convencidas de haber hecho una gran inversión por el impacto que suponen los centenares de millones de espectadores que siguen el evento, cuyo atractivo ha aumentado con la actuación de Madonna. La cantante se hizo de rogar y hasta última hora no firmó el contrato para actuar.